atletismo | Tercera jornada
Usain Bolt revalida su título con la mejor versión del «relámpago»
El jamaicano, bromista y sonriente durante toda la jornada, se impuso en la final de 100 metros con una registro de 9.63 segundos, récord olímpico y segunda mejor marca de todos los tiempos. Yohan Blake se tuvo que conformar con la plata y Gatlin fue bronce.
Usain Bolt ya es leyenda. El jamaicano dejó claro que es el hombre más rápido del planeta y revalidó su título olímpico de Beijing imponiéndose en la final de 100 metros con una espléndida marca de 9.63 segundos, nuevo récord olímpico y segunda mejor marca de todos los tiempos. Esta vez, el relámpago fue netamente superior a su compatriota Yohan Blake, segundo con 9.75, mientras que el estadounidense Justin Gatlin completó el podio con 9.79, su mejor marca personal.
Bolt recordó ayer a su mejor versión, la que deslumbró al mundo hace cuatro años en los Juegos de Beijing y la que pulverizó los récords del mundo de 100 y 200 hace tres en Berlín. Un Bolt bromista, juguetón, que no paró de hacer risas durante toda la tarde, y que logró con una facilidad pasmosa igualar un hito que solo el gran Carl Lewis (Los Angeles y Seúl) había conseguido: repetir título olímpico en el hectómetro.
Con un viento a favor de 1,5 metros por segundo y condiciones meteorológicas agradables, la estrella de Trelawny tuvo una buena salida para lo que en él es habitual -un tiempo de reacción de 0,165 por 0,178 de Gatlin y 0,179 de Blake- y se destacó hacia la victoria a falta de unos 20 metros. Por detrás, la bestia Blake se hizo con la segunda plaza con cierta holgura, mientras que Gatlin, campeón olímpico en Atenas, superaba a su compatriota Tyson Gay (9.80) por apenas una centésima.
Todo ello en la final olímpica más rápida de la historia, tal y como sucedió en la femenina, con siete atletas corriendo por debajo de los 10 segundos. Pudieron haber sido los ocho, si el también jamaicano Asafa Powell -decepcionante en la final una vez más- no hubiera sufrido un tirón a falta de 30 metros, lo que explica su pésimo registro de 11.99 segundos.
De hecho, la mala actuación del explusmarquista del mundo fue el único lunar de Jamaica en su lucha paticular con Estados Unidos en las pruebas de velocidad -en la final de chicas también ganaron por dos medallas a una, con oro incluído-, ya que el tercer estadounidense en liza, el sorprendente Ryan Bailey, no pasó de la quinta plaza. No obstante, Bailey, de solo 23 años, ha sido una de las gratas sorpresas en Londres, junto al antillano Martina Churandy, sexto en la final tras firmar un fantástico 9.91 en las semifinales.
Victoria rebelde
En los 400 femeninos, en una magnífica final con hasta cuatro mujeres por debajo de los 50 segundos, la rebelde Sanya Richard-Ross pudo por fin conseguir su primer oro olímpico individual -tenía dos por relevos en el 4x400-. La atleta estadounidense, que recientemente ha encabezado una protesta por las restricciones que el COI impone a los atletas en torno a la utilización de sus redes sociales para temas lucrativos -reconoce que, gracias a sus acuerdos comerciales con varias firmas y su matrimonio con un afamado jugador de la NFL, ella no tiene ninguna penuria económica, pero hay otros muchos atletas con apuros-, ha tenido cuatro años para aprender la lección de la final de Beijing y ayer aprobó por fin ese examen que tenía pendiente la campeona del mundo en Berlín'2009.
Hace cuatro años se presentó primera a la última recta del Nido del pájaro, pero tuvo un bajón que la relegó al bronce. Ayer fue ella la que remontó, y fue Antonina Krivoshapka, la mejor atleta de este año en la distancia, la que salió en cabeza pero sufrió un desfallecimiento que la relegó a un frustrante sexto puesto, mientras que Richard-Ross aprovechó la puerta que se le abrió de par en par.
Una vez más, se confirmó que lo de repetir oro en esta distancia es algo exclusivo de la gran Marie-Jose Perec -oro en Barcelona y Atlanta- ya que la británica Christine Ohuruogu tuvo que conformarse con la plata. Eso sí, el segundo puesto para nada tuvo un sabor amargo, ya que completó una remontada espectacular en la última recta, donde entró penúltima y terminó segunda en dura pugna -solo la aventajó en dos centésimas- con DeeDee Trotter, que completó un podio anglosajón y con dos estadounidenses.
La otra cara de la moneda para el equipo yankee es que no tendrá representación masculina en la final de esta noche, algo que no sucede desde Moscú'80, año del boicot. El abandono, por lesión, del campeón en Beijing LaShawn Merrit ha hecho mucho daño en el USA Team. Tampoco estará en la final el surafricano Oscar Pistorius, que fue último en su semifinal y que ya piensa en los oros que recolectará en las Paraolimpiadas.
Kenia, pero sin triplete
En una extraña carrera de 3.000 obstáculos, Kenia, de la mano de Ezekiel Kemboi, campeón del mundo de la distancia, consiguió el octavo oro consecutivo en la disciplina, pero la felicidad no fue plena en la delegación africana, ya que se quedaron sin ese triplete con el que se había especulado en las horas previas, toda vez que el francés Mahiedini Mekhissi-Benabbad se les coló en la segunda posición para robarles la medalla de plata.
Desde que Julius Korir se proclamó campeón en Los Ángeles'84, Kenia no ha dejado escapar ni un solo título olímpico en 3.000 obstáculos, una prueba que le ha dado 9 medallas de oro -de un total de 21-, 7 de plata y 3 de bronce en los Juegos.
La primera potencia mundial de la prueba presentó en pista un trío excepcional: Brimin Kipruto, defensor del título; Ezekiel Kemboi, campeón mundial; y Abel Mutai, campeón de África. Pero su planteamiento táctico generó muchas críticas. Porque al contrario de lo que han venido haciendo habitualmente, impusieron un ritmo nada exigente que permitió que todos los atletas soñaran con tocar chapa. En este mar de nervios, el estadounidense Donald Cabral, casi sin proponérselo, pasó en cabeza el primer kilómetro en 2.52.70. Solo cuando el contador de meta marcó tres vueltas para el final atacó Mutai, que pasó el segundo mil en 5.43.26. A falta de una vuelta, Kiputo, defensor del título, se quedó sin ninguna opción de renovarlo tras caer al suelo en un toque con un rival.
En la última vuelta, Kemboi lanzó un ataque al paso por contrameta que nadie fue capaz de seguir, lo que le permitió regodearse en su triunfo, entrando en meta por la calle exterior.
Otro oro para Kazajistán
Las otras dos finales que completaron el programa del estadio fueron las de triple salto femenino y martillo masculino. En la primera de ellas la victoria fue para la kazaja Olga Rypakova, que se impuso con un salto de 14,98 metros -mejor marca de la temporada-, logrado en su cuarta tentativa. Rypakova, que fue subcampeona del mundo en Daegu y cuarta en los Juegos de Beijing, superó a la colombiana Caterine Ibargüen, plata con un salto de 14,80 en su sexto y último intento, y la ucraniana Olha Saladuha, medalla de bronce con una marca de 14,79 conseguida también a última hora.
Saladuha, campeona mundial y europea que llegaba a Londres con la mejor marca del año, relegó con ese último brinco a la cuarta plaza a su compatriota Hanna Knyazyeva (14,56). Fue, además, una final de despedidas, ya que dijeron adiós la rusa Tatyana Lebedeva -cinco medallas olímpicas y mundiales- y la cubana Yargeris Savigne -doble campeona mundial-.
En el martillo, el mejor fue el húngaro Kristztian Pars, con un lanzamiento de 80,59 metros en el tercer intento. La plata fue para el esloveno Primoz Kozmus (79,36) y el bronce para el japonés Koji Murofushi (78,71).
El COI no autorizó la sustitución de Jesús España, lesionado, por Sergio Sánchez, por lo que el equipo español no tendrá representación en la prueba de 5.000 metros. El COI entiende que el cambio se debía haber hecho antes de la reunión técnica del 1 de agosto. Sánchez, que cuenta con mejor marca, acusó a Jesús España de actuar «con mala fe y falta de humildad, perjudicando a su principal rival para que no pudiera disfrutar de unos Juegos».
Los tres oros ganados por los atletas británicos durante la jornada del sábado, permitieron que la fiesta local continuara ayer en el Estadio Olímpico. El «God Save the Queen» sonó dos veces en el recinto de Stratford, ya que las ceremonias de entrega de medallas de las pruebas de 10.000 y longitud se llevaron a cabo durante la tarde.
La historia de los 100 metros, la prueba reina del atletismo, está llena de momentos inolvidables, virulentos antagonismos y escándalos sonados. Ya en los primeros Juegos de la era moderna, Atenas'1986, la prueba resultó polémica, cuando al estadounidense Thomas Edmund Burke se le ocurrió tomar la salida en su serie agachado y con las manos en el suelo. Burke, que fue abucheado por el público por entender que hacía trampas, ganó su serie y repitió estrategia cuatro días más tarde en la final. También fue controvertida la victoria de su compatriota Eddie Tolan en 1932, al convertirse en el primer negro que ganaba el oro, cuatro años antes de que Jesse Owens deslumbrara al mundo en los Juegos de Berlín. La actuación de Jim Hines en los «trials» de 1968, bajando por primera vez de los 10 segundos, o el positivo de Ben Johnson en Seúl'1988, son otros momentos que han marcado la historia de una prueba cuya última figura ha sido Usain Bolt. AFP
Tiki Gelana, sobrina del campeón olímpico de maratón en Sydney, Gezahegne Abera, devolvió en Londres a Etiopía el título femenino 16 años después del triunfo de Fatuma Roba en Atlanta. Gelana hizo su apuesta decisiva en el último kilómetro para dejar atrás, con una marca de 2.23.07, a la keniata Priscah Jeptoo, que cruzó la meta cinco segundos después, y a la rusa Tatyana Arkhipova, que había llegado desde atrás en el último tramo de la carrera para colgarse la medalla de bronce con 2.23.29. Kenia, que en el último Mundial copó el podio completo y contaba en su equipo con Mary Keitany -ganadora de las dos últimas ediciones del Maratón de Londres pero cuarta ayer-, volvió a quedarse con las ganas de obtener su primera medalla de oro en el maratón olímpico femenino. «Esto significa todo para mí. Para los etíopes esta medalla tiene un gran valor», afirmaba Gelana, vestida con el uniforme de su país y con el rostro cansado. GARA