La República Islámica de Irán ha iniciado una ofensiva diplomática en el contexto de la crisis siria y que tiene como ejes sus históricas relaciones con el régimen baazista sirio y la suerte del medio centenar de iraníes secuestrados el sábado por el opositor Ejército Sirio Libre.

En su primera aparición televisada desde el atentado que descabezó la cúpula de la seguridad del régimen el pasado 18 de julio, el presidente, Bashar al-Assad, recibió al emisario del guía supremo sirio, el ayatollah Ali Jamenei, en Damasco.

Tras el encuentro, Said Jalili insistió en que Irán permanecerá al lado de Damasco frente a los que quieren destruir Siria, «pilar crucial del eje de la resistencia» frente a EEUU e Israel.

A través de un comunicado presidencial, Al-Assad reiteró «la determinación del pueblo sirio y de su Gobierno de limpiar la nación de terroristas y de luchar contra el terror sin cesar», aunque reiteró su ya manida apuesta a favor de un diálogo nacional. «Siria está avanzando en el diálogo nacional y es capaz, gracias a la voluntad de su pueblo, de doblegar los planes extranjeros que tienen como objetivo al eje de la resistencia», dijo Al-Assad, en alusión a su país y a su aliado iraní.

La televisión pública siria mostró imágenes del presidente junto con Jalili un día después de que el ex primer ministro sirio Riad Hiyab fuera destituido, según el régimen, y desertara, de acuerdo con la versión de la oposición.

Procedente de Beirut, donde hizo una escala previa, Jalili reiteró que «la solución a la crisis en Siria debe llegar desde el interior del país, a través del diálogo nacional, y no por la intervención de fuerzas exteriores».

Reposicionamientos

Más allá de los discursos oficiales, y aunque Irán mantiene una posición firme frente a la evidente injerencia extranjera en Siria, hay elementos que apuntan a un reposicionamiento, siquiera sutil, en el complejo escenario. Fuentes cercanas al poder en Teherán confirman que el histórico aliado de Siria está trabajando sobre la eventualidad del mantenimiento de esas buenas relaciones en una Siria post-Al-Assad.

Este reposicionamiento no es exclusivo de Teherán. Otros actores, como Hizbulah, mantienen asimismo un perfil bajo en el contexto de la crisis siria, para intentar no perder pie sea cual sea el desenlace final.

Así, el Gobierno libanés, donde Hizbulah es socio mayoritario, ha declinado la invitación de Teherán para participar mañana en una conferencia consultiva sobre Siria. El motivo aducido, que Líbano no ha participado hasta ahora en ninguna conferencia internacional sobre la crisis siria.

Más allá de los entresijos de la geopolítica, el enviado del ayatollah se refirió a sus compatriotas secuestrados para señalar escuetamente que «Irán utiliza todos los medios para lograr la liberación inmediata de los peregrinos inocentes secuestrados». Ayer mismo se esperaba la llegada a Turquía del ministro iraní de Exteriores, Ali Akbar Salehi. «En la medida en que el Ejército Sirio Libre es apoyado por Turquía, el objetivo de la visita es recordar al Gobierno turco su responsabilidad en este affaire», señaló Salehi.

Ankara habla de «amenazas»

Ankara condenó las «amenazas» de Irán, en referencia a la acusación del jefe del Estado Mayor iraní, Hassan Firuzadabi, quien acusó Arabia Saudí, Qatar y Turquía de contribuir a la matanza en Siria y de servir a los intereses «de guerra» de EEUU. La web oficial de los Guardianes de la Revolución les advirtió de que «deben ser conscientes de que, tras Siria, les llegará el turno a ellos».

La exigencia de responsabilidades no se limita al Estado turco y Teherán recordó a EEUU que es «igualmente responsable» de la vida de los secuestrados, teniendo en cuenta «el apoyo flagrante de Washington a los terroristas».

Los secuestradores, la Brigada al-Baraa, anunciaron la muerte el lunes de tres de los rehenes en un bombardeo del régimen y amenazaron con matar al resto si prosigue la ofensiva del Ejército sirio.