El auge de la serie negra nórdica llega a todas partes, y son cada vez más las cinematografías que se interesan por el material de género llevado a cabo por los escritores escandinavos. El cineasta suizoalemán de origen turco Baran bo Odar adapta en su segundo largometraje una novela del finlandés Jan Costin Wagner, y lo hace con el poderoso estilo visual que ya se pudo observar en su trabajo de estudiante «Unter der sonne». Vuelve a colaborar con su director de fotografía Nikolas Summerer, junto al que desarrolla una estética expresionista, sobre todo en la forma en que retrata los escenarios de la naturaleza, con los campos de trigo como fondo principal para los crímenes. Se ha comparado a «Silencio de hielo» con «Zodiac», porque Baran bo Odar es tan meticuloso como David Fincher a la hora de desarrollar todos y cada uno de los pormenores que rodean la investigaciónpolicial. El sello propio lo pone en la peculiar personalidad de los investigadores, que se concentran en torno a un agente retirado que intenta resolver el caso que no pudo cerrar cuando se encontraba en activo. Esta convencido de que el mismo asesino ha vuelto a matar 23 años después, dado que se repite el lugar escogido y el modus operandi. La narración nunca esconde la identida del mismo, asumida por el danés Ulrich Thomsen.