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udate | CRíTICA 73 Quincena Musical

Tres donostiarras y un órgano

Mikel CHAMIZO

Un recital conjunto protagonizado por las tres organistas titulares de la Basílica de Santa María, Loreto Aramendi, Alize Mendizabal y Ana Belén García, enfrentadas esta vez al enorme órgano de la Catedral del Buen Pastor, con sus cinco teclados y enorme variedad de registraciones. Y un programa con grandes autores franceses del órgano del siglo XX, desde el final de la “Sinfonía nº1” de Vierne (1899), que Loreto Aramendi expresó con la toda la espectacularidad sinfónica que el fragmento requiere, hasta la brillante “Vent Oblique” de Marie-Bernardette Dufourcet (1992), un clásico contemporáneo del órgano que Ana Belén García tocó con gran virtuosismo y riesgo en una versión realmente excitante.

La gran atracción de la velada fue, para muchos, el estreno de “Donostiako Irudiak”, tres piezas encargadas por la Quincena Musical a otros tantos compositores de Gipuzkoa, pidiéndoles que se inspiraran en rincones carismáticos de la ciudad. Aitor Uría lo hizo en “El Peine de los Vientos”, en una pieza de un dramatismo algo inflado y no muy organística, aunque con sonoridades sugerentes. Mucho más idiomática del instrumento fue el “Paseo por Kristina Enea” que propuso Fernando Gonzalo, con la que logró recrear efectivamente esa sensación de rincón singular del parque, con algún pájaro ocasional acompañando la pausada travesía del visitante. Por último, los “Puentes del Urumea”, escrita por otro conocido organista, José Luis Franzesena, cerró con su exquisita factura la trilogía de imágenes donostiarras a las que Alize Mendizabal dio vida con pasión y convicción.

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