Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Como Marinaleda
Ha muerto Sancho Gracia, «Curro Jiménez», el bandolero. Lo ha hecho casi al mismo tiempo que el pueblo de Marinaleda emulaba de algún modo sus acciones, haciendo despertar conciencias, fomentando el debate y dando un giro a la situación de apatía en la que vivimos. Necesitamos desorden, caos, sintiéndolo mucho, es así. Eso o nada cambiará. Flotaba estos días en la burbuja de internet un documental sobre Marinaleda realizado por Eva Abad y Pablo García. Un documental realizado con pocos recursos y a base de testimonios que nos retrotraen a esa Andalucía de señoritos a caballo, dueños y señores de latifundios. «Montados en sus sillas nos vigilaban en el cortijo mientras trabajábamos, siempre les teníamos detrás», cuenta Rosario Sánchez. Su historia pertenece a un pasado demasiado reciente. «Andalucía entera, como Marinaleda», crecí con esa canción de «Reincidentes», con las historias que contaban amigos y familiares sobre los caciques, también «enamorada» del bandidaje de Curro Jiménez. Claro que en la edad adulta lo idealizado durante la infancia puede que incluso pinte siniestro. Lo que si tengo claro es que Sánchez Gordillo y «sus bandoleros» alientan el pensamiento crítico sugiriéndonos «¿y si le damos la vuelta a todo esto y somos nosotros los que recortamos, robamos y despedimos a los que nos roban, recortan y despiden?». Eso y mucho más. Pero claro, la época estival es uno de esos desiertos en los que los oasis ideológicos son un espejismo. Chiringuitos, paellas y cada cuatro años Olimpiadas. Y por supuesto, la aventura más peligrosa que podemos pedirle a la época estival es convertirnos en pasto de cremas anticalcinaciones.