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El milagro económico turco atrae a las empresas germanas y a sus emigrantes en Alemania

Con una economía en expansión, el Estado turco se ha convertido en el destino de muchas empresas alemanas, mientras la zona euro hace aguas. Igualmente, se ha convertido en el destino de los alemanes de origen turco o kurdo en busca de empleo.

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GARA | FRANCFORT

Los datos macroeconómicos de la economía turca hacen palidecer de envidia a la zona euro. El producto interior bruto (PIB) de esta economía emergente ha crecido un 5,4% de media en los últimos diez años. Su deuda pública se ha reducido por debajo del 40% del PIB, muy lejos de la que sufren la mayor parte de los países de la UE, y su inflación, históricamente galopante, está actualmente bajo control. «El débil crecimiento en Europa va a suponer nuevas inversiones extranjeras directas en Turquía, convirtiendo al país en indispensable en la estrategia a largo plazo de las empresas europeas», vaticina un estudio de mercado del gabinete asesor Roland Berger de Francfort.

Con una población de 74 millones de personas, de ellas más del 60% menores de 35 años, y cuyo poder adquisitivo aumenta de año en año, el país tiene enormes necesidades en los ámbitos de infraestructuras, energía, automoción o servicios financieros.

Sectores casi todos ellos en los que las empresas alemanas son punteras. Así, de 30.000 firmas extranjeras que operan en Turquía, 5.000 son de origen alemán, según la cámara de comercio germano-turca de Estambul.

Tedrive Steering, una pequeña empresa de equipamientos para automoción del Ruhr (noroeste de Alemania) es una de ellas. Ha elegido Turquía como su primer destino en el extranjero para el montaje de sus sistemas de dirección. El mercado automovilístico turco está «en fuerte expansión» y «la tecnología alemana sigue teniendo una excelente reputación», se felicita su patrón, Thomas Brüse.

«Muchas empresas alemanas están presentes desde hace mucho tiempo en el país pero nuevas filiales, sucursales y empresas se están inscribiendo» en la cámara de comercio, señal de que están ampliando sus actividades sobre el terreno, constata Ralph Jäger, vicepresidente de la cámara y director financiero de RWE Turquía.

RWE, el número dos alemán de la energía, ha invertido 500 millones de euros en la construcción de una central de gas de ciclo combinado en Denizli (Kurdistán Norte) para suministrar electricidad a 3,5 millones de usuarios, y cuya puesta en servicio está prevista para finales de año.

RWE y las otras empresas alemanas se benefician de las antiguas relaciones económicas entre los dos países. Alemania es el primer socio comercial de Turquía, y absorbe el 10,3% de sus exportaciones, además de representar el 9,5% de sus importaciones, según las estadísticas 2011 de la agencia pública de desarrollo económico Germany Trade & Invest.

Diáspora turca y kurda

Cientos de miles de turcos y de kurdos tuvieron que ir a Alemania en los años 60 en busca de trabajo y forman actualmente la primera comunidad de origen inmigrante del país teutón, con alrededor de 3 millones de personas.

Tanto los asalariados como los cuadros intermedios de las empresas alemanas que se están instalando en suelo turco son muchas veces turcos o kurdos formados en Alemania o alemanes de origen turco o kurdo. Y es que el bilingüismo y el conocimiento de ambas culturas son muy apreciados, señala Jäger.

Un centro de formación privado de Kreuzberg, un barrio multicultural de Berlín, es testigo de esta tendencia. Desde 2006, propone el aprendizaje del alemán, inglés y turco en el comercio y la hostelería, con estancias de trabajo en empresas alemanas en Turquía, como por ejemplo el grupo de distribución Metro.

«Queremos formar a jóvenes que un día serán útiles para la economía alemana», explica Nihat Sorgec, director del centro, él mismo de origen turco. «Y además les ayudamos a desembarazarse de su imagen de hijos de la inmigración socialmente desfavorecidos», añade.

Paradojas de esta crisis, Turquía, que lleva decenios recibiendo el desplante de la UE a sus pretensiones de entrar en el club europeo, es un destino ansiado para la locomotora de la Unión. Y los que hace medio siglo tuvieron que salir del país, o sus hijos, vuelven, aunque sea como alemanes.

 
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