El maratón es una de las citas básicas del olimpismo por la gesta del soldado Filípides, y luego la de aquel humilde vendedor de agua llamado Spyridon Louis a quien tras convertirse en el primer campeón no le faltó de nada. Londres tiene una estrecha relación con la prueba porque anualmente en abril celebra uno de los mejores maratones del mundo, y por algo tan curioso como haber sido el escenario que estableció los 42,195 kms. reglamentarios.

En los Juegos de 1908, la prueba discurría entre la ciudad inglesa de Windsor y el estadio de White City y los últimos metros se añadieron para que la meta quedara instalada frente al palco presidencial. Así quedó el kilometraje para la posteridad. Caprichos de monarcas.

104 años después, 105 atletas tomarán la salida en una de las disciplinas más exigentes del calendario que en los últimos tiempos ha experimentado un avance espectacular.

Kenia ha sido la responsable. Sus corredores, que encontraron en el atletismo una ocupación laboral, hace tiempo que descubrieron que el maratón se entrena y puede estar muy bien remunerado. Ya lo adelantó el azpeitiarra Diego García en los últimos años de su vida, el día que los africanos se pasen al maratón no habrá sitio para nadie más. Así ha sido. Miles de corredores llegados de las tierras del altiplano surcan los mejores pero también los más modestos maratones del planeta.

Jóvenes el altiplano

Kenia ha tomado ventaja respecto a Etiopía, aunque ambos arrasan en el ranking, por cantidad y calidad. Los corredores del altiplano acaparan las 28 mejores marcas del mundo este año. Por supuesto que todas están por debajo de 2h08, marcas impensables para muchos de los que hoy integrarán el pelotón.

Son jóvenes, valientes y hasta kamikazes y han revolucionado la prueba desplazando incluso al irrepetible Gebreselassie. Patrick Makau (2:03.38) le quitó su récord hace once meses en Berlín y el etíope perdió su tesoro y luego el tren de los Juegos.

El plusmarquista mundial no está en la capital inglesa, pero sí Wilson Kipsang, autor de unos impresionantes 2:03.42, segundo mejor de todos los tiempos, dispuesto a defender el título que el malogrado Wanjiru logró en Beijing. Una caída desde el balcón, con lío amoroso de por medio, provocó la muerte del hombre que precisamente obtuvo el primer oro para Kenia, zanjando una trayectoria prometedora a sus 24 años.

Al equipo keniata se le da bien Londres, Kipsang ganó en abril con 2:04.44 y Emmanuel Muta fue el vencedor de 2011. También está Abel Kirui. Con la peor marca de los tres (2.05:04), Kirui prima las pruebas internacionales a los maratones comerciales, aunque curiosamente ejerciera de liebre en Berlín'2008 cuando Gebre batió su última plusmarca 2:03.59. Hubo que frenarle entonces, porque iba tan lanzado que habría podido suplantar al etíope y ese no era su cometido. Después le sonrieron los resultados. Doble campeón mundial, la última en Daegu.

Por parte etíope destaca especialmente Ayele Abshero, con la cuarta mejor marca de todos los tiempos, aunque ya por encima de su más afamado compatriota, lograda este año (2:04.23).

También Feleke y Sefir son gente de 2:04. La carrera, que arrancará a las 11.00 hora local (una más en Euskal Herria), ofrecerá un nuevo capítulo del enfrentamiento entre las dos grandes potencias del fondo por las calles del centro de la capital.