El viernes fue un día especialmente trágico para las tropas extranjeras desplegadas en Afganistán en lo que respecta a ataques de militares, policías o civiles afganos relacionados con las fuerzas de la OTAN. Seis soldados estadounidenses fallecieron en dos incidentes separados en la conflictiva provincia de Helmand.

Tres militares fueron abatidos en la madrugada del viernes en un puesto de control de Kozaki tras haber sido invitados por un policía afgano a almorzar antes de la salida del sol, como marca el Ramadán. El autor de los disparos huyó y la acción fue reivindicada por la insurgencia talibán.

Unas horas después, un civil afgano mató a otros tres soldados estadounidenses en una base militar de la ISAF y del Ejército afgano en el convulso distrito de Garmsir. Fuentes militares indicaron que el responsable del incidente era empleado de la base, aunque se desconoce como se hizo con el arma que utilizó.

Muchos «incidentes aislados»

Las dos acciones del viernes son los últimos de una serie de ataques contra las fuerzas de ocupación de la OTAN perpetrados por uniformados afganos que se oponen a la presencia de las tropas extranjeras en su país o de talibanes infiltrados en las fuerzas de seguridad o en instalaciones militares.

El jueves, dos policías abrieron fuego contra soldados extranjeros en Mehtarlam y el pasado martes otro militar estadounidense muró cuando dos hombres vestidos con uniforme del Ejército de Afganistán le dispararon.

Un total de 34 soldados de la OTAN han muerto en 2010 en 26 ataques diferentes, según el general Günter Katz, portavoz de la ISAF, quien aseguró a AFP que la mayoría de los ataques son provocados por «agravios personales y situaciones estresantes».

Por eso, agregó que estos «incidentes aislados» no reflejan la situación general de seguridad en el país centroasiático, «donde 500.000 soldados y policías trabajan juntos para ayudar a que Afganistán sea un lugar más seguro y más estable».

El general alemán manifestó su seguridad de que estos hechos «no afectarán al proceso de transición» en el país, que concluirá a finales de 2014, ni tampoco a la moral de los soldados.

Sin embargo, Ahmed Rashid, autor y analista, aseguró estar convencido de lo contrario y afirmó que «tienen un efecto muy negativo» en la cooperación y en la formación de las fuerzas afganas por parte de la OTAN, ya que incrementará la desconfianza entre ambas partes.

«La OTAN impondrá nueva medidas de seguridad para sus tropas cuando tratan con afganos y eso conllevará una mayor distancia entre las partes», manifestó Rashid.

Los talibanes, que en diez años de enfrentamientos con fuerzas mucho mejor equipadas jamás han sido derrotados, se aprovechan de la situación y a menudo reivindican estas acciones aunque no hayan tomado parte en ellas, porque saben que estos ataques son muy eficaces porque minan la confianza entre los invasores y sus aliados afganos.

Once policías afganos

También ayer, once policías afganos murieron en la habitualmente tranquila provincia de Nimroz cuando uno de sus colegas, un supuesto talibán infiltrado abrió fuego contra ellos. El autor de los disparos fue abatido por la Policía.