La situación de Iosu Uribetxeberria se agrava por momentos, pero el Gobierno español, ahora sin excusas para excarcelarlo, continúa con su dinámica dilatoria, aplazando una decisión que debería haber sido tomada en cuanto se tuvo noticia de la metástasis que padece el preso arrasatearra, e incluso hace años, cuando fue tratado de un cáncer de riñón y a pesar de ello mantenido en prisión, con el evidente peligro que para su salud conllevaba esa medida. Ese y otros son el verdadero chantaje -y no la solidaridad de presos y ciudadanos vascos- al que someten a los presos políticos vascos, a quienes no se les aplica la ley, sino, desde el mismo momento de su detención, procedimientos que obedecen a criterios políticos. Frente a esa actitud, Uribetxeberria, con admirable entereza y cordura, en una situación inimaginable para quien no se encuentre en ella, ayer hacía un llamamiento a mantener la calma «salga como salga». No era necesaria tamaña demostración de crueldad por parte del Estado español. Ya había demostrado esa capacidad, pero también está haciendo otra demostración, de torpeza. Una torpeza que contrasta con la lucidez de Uribetxeberria.