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Udate | perfil, Francisco escudero

La gran figura de la transición de la música vasca

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Mikel CHAMIZO

La Orquesta de Euskadi y la Coral Andra Mari interpretan esta tarde el oratorio «Illeta», que Francisco Escudero escribió en 1952 basándose en un poema de Xabier Lizardi. Es el homenaje que la Quincena Musical ofrece a uno de sus compositores más queridos, en el décimo aniversario de su fallecimiento.

Diez años después de su fallecimiento, el 7 de junio de 2002, Francisco Escudero es ya reconocido internacionalmente como la gran figura que marca la transición entre la escuela nacionalista de maestros como Usandizaga y Guridi y la música moderna de Larrauri o Bernaola.

En su generoso catálogo de composiciones se encuentran algunas de las obras más significativas de la música vasca del siglo XX, muchas de ellas de gran riesgo y originalidad, entre las que destaca un magnífico corpus de música orquestal.

Nacido en Donostia en 1912, la primera formación musical de Escudero se dio en el seno de la Banda Municipal de Zarautz y después en el Conservatorio de Música de Donostia, donde estudió piano y armonía con Beltrán Pagola. En 1933 recibe una beca de la Diputación guipuzcoana y emprende rumbo a Madrid, primero, y a París después para estudiar con Paul Dukas y Paul le Flem. Durante la Guerra del 36, Escudero luchó en el bando republicano, en el Eusko Gudarostea y en el Batallón Aralar, refugiándose intermitentemente en varias localidades del sur del Estado francés y en París. Fue en esta época de luchas que escribió su obra maestra de juventud, el «Cuarteto en Sol», muy influenciado por Ravel. Una vez finalizada la guerra, y tras pasar un año en el campo de concentración de Miranda de Ebro, se instalará en Madrid, donde vivirá hasta 1945 completando su formación con Conrado del Campo.

En 1945, Escudero regresa a Euskal Herria para trabajar como profesor de música en la Santa Casa de Misericordia de Bilbo y como director asistente de la Sociedad Coral de Bilbao, y en 1948 vuelve a Zarautz tras ganar la Cátedra de Armonía y Composición del Conservatorio de Donostia. Al poco tiempo se casará con Goyita Eizaguirre, su pareja durante toda su vida, con quien tuvo cuatro hijos. Según la musicóloga Itziar Larrinaga, máxima autoridad en la figura de Escudero, «después de su asentamiento definitivo en el País Vasco, Escudero, tras realizar un estudio del folklore musical de la zona, abordó la composición tomando como punto de partida determinados rasgos morfológicos de dicha música popular, así como textos en lengua vasca». Su «Concierto vasco para piano y orquesta» (1946), el oratorio «Illeta» (1952-1953) y la ópera «Zigor!» (1957-1963), además de poemas sinfónicos como «Arantzazu» o «Evocación en Itziar», son los hitos de esta etapa que llega hasta finales de los años sesenta y en la que la utilización de materiales procedentes del folklore, lejos de anclarse en una visión meramente nacionalista, vertebra un planteamiento compositivo lleno de novedades tonales y armónicas, y un brillante tratamiento de la orquesta que será siempre uno de los rasgos inconfundibles de Escudero.

Más allá de su labor compositiva, Escudero fue una figura importantísima en la vida musical guipuzcoana como pedagogo y director del Consevatorio de Donostia, puesto que ocupó desde 1962 a 1982. Por su clase pasaron varias generaciones de músicos, entre los que se cuentan protagonistas de la nueva composición vasca como Ramón Lazkano y músicos cinematográficos como Ángel Illarramendi o Alberto Iglesias. Consiguió además que el de Donostia alcanzase el rango de conservatorio superior e incorporó a las enseñanzas oficiales los estudios de txistu y acordeón. Era un personaje muy conocido en la vida musical de la provincia, porque dirigía también la Banda Ciudad de San Sebastián y la Orquesta de Cámara de Gipuzkoa.

Durante la etapa final del franquismo, Escudero vio reconocida su gran calidad como compositor recibiendo numerosos encargos de instituciones españolas, de los que surgieron algunas de sus obras más experimentales, como el «Concierto para violonchelo y orquesta» (1971), una de las primeras incursiones de la península en la escritura microtonal. Pero tras la firma del Estatuto de Autonomía vasco en 1979, Escudero volvió al euskara y al folclore de Euskal Herria con una serie de obras nacionalistas entre las que destaca «Gernika», su segunda ópera, que trata sobre el bombardeo de la localidad vizcaina. Tras su estreno durante los actos conmemorativos de 1987, la impactante «Gernika» volvió a interpretarse en 2009 en la Quincena Musical, un festival que siempre ha defendido con intensidad la música de Escudero.

En su programación de este año, además de «Illeta», se podrán escuchar varias de sus mejores obras de cámara en el Ciclo de Jóvenes Intérpretes.

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