Raimundo Fitero
El manotazo
El suegro de Urdangarin ha vuelto a las portadas y las redes sociales por una actitud borbónica con uno de sus súbditos y/o esclavos que parece no cumplía con sus reales órdenes con exactitud. Las imágenes difundidas por todas las televisiones, no admite interpretaciones, porque se trata de una discusión con su chofer con gestos muy explícitos y un manotazo que excede cualquier consideración y no tiene justificación posible, pues es un trabajador colocado por el estado para sus desplazamientos. Se trata de una actitud insuperable para ir ganado desprestigio y que se vaya descubriendo que bajo esa supuesta bonhomía tan cacareada por los aparatos de propaganda se esconde un señor con una pasado muy turbio, que conforme van pasando los años ya ni guarda las apariencias. Le sale el gran fascistón que siempre ha atesorado bajo sus capas de cremas y coronas. Este manotazo concurrió en algunas tertulias y noticiarios televisivos con el vómito de bilis antidemocrática, vengativa y descerebrada que está provocando un acto de justicia, aplicando las leyes del Estado español, por parte de esos ultras de toda condición y orden religiosa, que están montando un espectáculo bochornoso. Y hay que señalar que al menos en su primer tramo, «El Gato al agua» de Intereconomía del jueves, no se metió en ese charco, ya que como han dado la espalda al PP de Mariano Rajoy y su apuesta es el nuevo partido de Mario Conde, todos sus esfuerzos se dedicaron a hablar de la clase política, del desprestigio de los políticos de partido, un mensaje que en ciertos flecos uno se puede enganchar y estar de acuerdo pero que encierra una trampa muy peligrosa, ya que se acaba reclamando un salvador, limpio, sin partido, tecnócrata con dinero y gomina.
Parece existir una fisura en los sectores del PP sobre la anunciada y no cumplida todavía libertad condicional de Josu Uribetxebarria, al que llaman con tonillo despreciativo simplemente Bolinaga, y están convirtiendo a Leopoldo Barreda en portavoz del asunto en todos los medios como si fuera una cinta que repite lo mismo, pero hasta cinco o seis veces en una misma sesión y que está haciendo méritos para cargo en Madrid.