GARA > Idatzia > Iritzia> Txokotik

Fermin Munarriz Periodista

Cine invisible

Alguien puede creer casual la exclusión del Zinemaldia de dos de las películas vascas más esperadas de este año? Obviamente, no. Y las explicaciones de su director no hacen sino ensombrecer más el asunto. José Luis Rebordinos ha alegado, incluso con vehemencia, que el festival no ha recibido presiones de ningún tipo para rechazar las películas «Barrura begiratzeko leihoak» (sobre cinco presos políticos vascos) y «Memorias de un conspirador» (sobre Jesús Eguiguren) en la sección Zinemira, dedicada al cine vasco del año y fuera de concurso. Ambos documentales abordan realidades políticas, al igual que «Gazta zati bat» (sobre el derecho a decidir), que tampoco podrá contar con la «segunda oportunidad» que augura Zinemira para cintas vascas ya estrenadas este curso. También casualidad.

Las argumentaciones de Rebordinos entristecen más este panorama, pues negando cualquier presión política acaba cargando sobre sus hombros y los del comité de selección del festival toda la responsabilidad de una manifiesta autocensura. Y no seamos ingenuos, probablemente es el efecto del acoso antidemocrático e intimidatorio que ha padecido «Barrura begiratzeko leihoak» lo que ha obligado a extender más allá el rasero de la exclusión para justificar las ausencias.

El Zinemaldia es uno de los acontecimientos culturales más importantes de Euskal Herria y como tal no puede ser ajeno a la sociedad que lo acoge. No sirve el pretexto infantil de haber tenido que seleccionar entre 1.800 películas de todo el planeta para impedir exhibir lo que han realizado acreditados autores locales en una sección destinada, precisamente, a quienes hacen cine en esta tierra. Y mucho menos alegar de manera grosera que podrá verse otro cine político.

Zinemaldia no ha estado a la altura de los tiempos; ha preferido ceder ante la presión y los prejuicios de los montaraces e ignorar la madurez de una sociedad que tiene deseos de escuchar, de expresarse y de resolver sus conflictos. También el de los presos, el de decidir libremente y hasta el de los conspiradores... Sin miedos y sin paternalismos. Precisamente para que nuestros cineastas no tengan que irse a otros certámenes del extranjero para exhibir su cine político, ni para que tengamos que esperar 30 años a una retrospectiva. Como ahora con Antxon Ezeiza.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo