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CRíTICA Quincena Musical

Marcada por el contraste

Mikel CHAMIZO

Tras los últimos conciertos de la Filarmónica de San Petersburgo, el primero de la Sinfónica de Bamberg nos llevó de sopetón hasta el extremo contrario del posible espectro sonoro de una orquesta. Si la rusa era una agrupación de sonido recio, expansivo, un tanto canalla, el conjunto de Bamberg es casi la quintaesencia del sonido alemán, redondo y cálido, super controlado, exquisitamente civilizado. En las rápidas impresiones que recogí tras el concierto la división, paradójicamente, era unánime: a los que no aprobaron la tosquedad de Temirkanov y San Petersburgo la orquesta alemana les había parecido maravillosa, pero a los que sí disfrutaron con los rusos, Nott y los de Bamberg les resultaron un tanto desapasionados. Supongo que lo fantástico de un festival es, precisamente, verte expuesto de un día para otro a vivencias de la música tan opuestas, y supongo que nuestras valoraciones se irán definiendo con más objetividad en los dos conciertos de la Bamberg que están por venir

La primera parte destacó por un giro magistral de Nott al unir “La pregunta sin respuesta” de Charles Ives con la “Sinfonía Inacabada” de Schubert. Dos mundos sonoros completamente distintos, pero que al ejecutarse sin solución de continuidad arrojaron sorprendentes connotaciones psicológicas la una sobre la otra. En la segunda parte el protagonista fue el inmenso “Concierto para piano nº2” de Brahms, que tuvo en el famoso Christian Zacharias a un intérprete irregular. Aportó una deliciosa ejecución a los fragmentos más ligeros y clásicos, como el schumanniano cuarto movimiento, pero en general a su interpretación le faltó ese punto de proeza muscular que relacionamos con las grandes versiones de estos conciertos románticos.

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