Manuel Millera | Arquitecto
Sr. Gordillo y Fo
«Nuestra patria es el mundo, nuestra ley la libertad. Solamente tenemos un pensamiento: la revolución en nuestro corazón» (Darío Fo)
Animado por la lectura de «Aquí no paga nadie» de Darío, Juan Manuel se decide a liderar una expropiación forzosa, tomando comida de un supermercado sin pagar. Fo visita Marinaleda entusiasmado por sus logros y traban amistad, que luego conservan a través del correo y del teléfono. O tal vez no se conozcan de nada, qué más da. Ambos han armado un buen escándalo, cada uno el suyo, sin robos.
Darío Fo, premio Nobel de Literatura en 1997, es un lúcido escritor que ha creado ácidas sátiras sociales contra los políticos, el capitalismo, la mafia y el Vaticano. Según los suecos del comité «Lo ganó porque según la tradición de los comediantes medievales, fustiga el poder y restaura la dignidad de los humildes». Cuando ganó el premio, usaron (su mujer y él) el dinero para crear la fundación «El Nobel de los Desvalidos», que ayudaba a los obreros a seguir en sus luchas, con arroz, vino y patatas. Dicen que Alfred Nobel creó el premio en su testamento, al morir con sentimiento de culpa por haberse enriquecido por comerciar con dinamita, en teoría para la minería, pero en la práctica para la guerra. Siguiendo con este razonamiento lógico, resulta llamativa la diferencia existente entre la notable gran cantidad de premios que deberían surgir en estos tiempos por motivos similares, y lo nada que surgen.
Como por ejemplo, «Muerte accidental de un anarquista» (1970) basada en la muerte de Salsedo en la NY de 1921, o la del ferroviario Giuseppe Pinelli en 1969, al caer desde las ventanas de sendos despachos policiales; la instrucción de ambos casos fue archivada. Años oscuros y de plomo, de fascistización de la vida política y de camisas negras, que obligan a la movilización y al desenmascaramiento del terrorismo de Estado. El Vaticano lo calificó de manera despectiva como bufón, por ello decidió titular así su obra «Misterio bufo» (sobre Berlusconi, 1998). En 1954 se casó con la bella actriz Franca Rame, con quien fundó una compañía teatral en 1959; algunas de las obras representadas para la TV fueron censuradas por el Gobierno transalpino. Su compromiso con el pueblo era (y es) tan grande que su mujer fue secuestrada, torturada y violada por un grupo neofascista en 1973. En 1980, les fue negado el visado estadounidense, y han sido procesados más de cuarenta veces por delitos de opinión.
Juan Manuel Sánchez Gordillo es alcalde de Marinaleda, Sevilla (2.700 habitantes) desde hace 33 años en las primeras elecciones democráticas tras el franquismo; histórico dirigente del SOC (junto a su eterno compañero Diego Cañamero), diputado del Parlamento andaluz desde 2008 y profesor de Historia. Ha conseguido que una vivienda digna en propiedad cueste 15 euros al mes, que nadie en el pueblo esté parado y que todos los habitantes tengan un sueldo de unos 1.200 euros al mes. O sea, demostrar que la utopía es posible. Como antes lo fueron el sufragio femenino, la abolición de la esclavitud o la superación del feudalismo y el derecho de pernada. Y ha debido esperar más de 30 años para que la prensa y los medios le hagan caso. A nadie le había parecido noticia que para obtener un techo no fuese necesario endeudarse durante media vida, que en la fachada de una cooperativa a partir de una agricultura 100% ecológica de alcachofas, pimientos y aceite de oliva a pleno rendimiento, esté pintada la cara del Che, que las decisiones municipales se tomen en asamblea pública o que no haya especulación inmobiliaria, ni plusvalías. La apropiación de unos carros de comida para repartirla entre unos necesitados ha sido determinante para que los cuervos se abalancen sobre ellos. En Marinaleda, sin ser inmune, la crisis ha resbalado. ¿Y si otros alcaldes intentasen imitarle?
La acción es muy peligrosa para el sistema. ¿Qué pasaría si a partir de ahora los necesitados tomaran alimentos, educación, sanidad, viviendas o incluso dinero de donde sobra? ¿Saben que hay entre 21 y 32 billones de euros muertos de asco en paraísos fiscales? Añadan 12 ceros. Según el diccionario de la RAE, robar es tomar para sí lo ajeno, y ellos lo han regalado. Robar es aumentar la deuda pública poniéndonos una bomba llamada prima de riesgo debajo de la silla. En «Aquí no paga nadie» (1974) una familia entra en contradicción cuando el marido sindicalista decide que es mejor pasar hambre que robar, mientras su mujer se lleva comida entre las faldas. Léanla, si pueden. Observarán que la denuncia social y la risa no están en contradicción. La obra causó un revuelo social monumental y su repercusión fue tal que en Milán comenzaron a darse casos reales de saqueo a supermercados, por lo que Fo fue denunciado por «instigación al delito». Casi 40 años después la obra tiene tanta actualidad que Darío se ha visto obligado a reescribirla en la Italia de Berlusconi, haciendo a los personajes algo menos dogmáticos. Dicen que las buenas obras no envejecen. En Sánchez Gordillo y la polémica acción, está el ejemplo. Y si cunde el ejemplo, la realidad podría superar a la ficción.
La desobediencia civil tiene una capacidad enorme de confrontación con el poder si la respalda una parte importante de la población, que es la afectada hoy por la crisis. Es una inmensa alegría comprobar cómo unos agricultores dejan en ridículo a los sesudos expertos de Intereconomía, mediante el asambleismo participativo. Cuando la presentadora sacó de la manga unas encuestas contrarias a dicha acción, preguntaron en directo: ¿Por qué no hace usted una encuesta ahora en el plató? La correcta periodista no se atrevió. Quizá la realidad no es la que presentan los medios. Quizá la lectura de Darío Fo, junto a la osadía de S. Gordillo sea un coctel demasiado fuerte para el sistema. El capitalismo financiero es una peste incurable, dejémoslo atrás.