Verónica Domingo | Miembro de la Diáspora Vasca de Argentina, «exiliada» en Gasteiz
La diáspora de Basagoiti
El 30 de julio, al abrir el periódico «El País» y leer el titular «El voto simbólico de la Diáspora Vasca», creía que me había topado con un artículo que iba a analizar la situación ante las próximas elecciones autonómicas de los vascos y vascas residentes en el exterior -Argentina, Chile, Estados Unidos, Venezuela, etc...-. La realidad es que fui sorprendida en mi ingenuidad al comprobar que se estaba refiriendo a los desplazados por causa de las amenazas de ETA, definiéndolos cómo «diáspora» y como «exiliados».
Los expertos en el tema -como la académica vasco-americana Gloria Totoricagüena- definen como «Diáspora Vasca» a aquel colectivo de vascos, vascas, y sus descendientes residentes en el exterior que manifiestan un arraigado sentimiento de pertenencia e historia común con el pueblo vasco, conciencia de memoria colectiva, fuertes vínculos culturales con el País Vasco a través del mantenimiento del idioma y las costumbres, y una manifiesta voluntad de retorno -si no los propios exiliados, sus descendientes-.
La «Diáspora Vasca» organizada tiene origen en las euskal etxeak de mediados del siglo XIX, con la fundación de las de La Habana, Buenos Aires y Montevideo. Una segunda generación de euskal etxeak se sitúa hace setenta años, fundadas por exiliados nacionalistas y perseguidos del franquismo, lo que explica la profunda identificación abertzale de estas instituciones, bautizadas con nombres como Zazpiak Bat, Euskal Herria o Denak Bat, y que incluso apoyaron logística y económicamente al Gobierno Vasco en el exilio.
Hasta ayer, en algunos ámbitos solía hablarse de la Diáspora de Ibarretxe; más tarde, coincidiendo con el desembarco de Udalbiltza en Argentina, se comenzó a hablar de la «otra Diáspora»; posteriormente el Ejecutivo de López crea dentro de la Dirección de Colectividades Vascas la Oficina de los Ciudadanos y las Ciudadanas Vascas en el Exterior, impulsando un registro que incluya a todos aquellos que se encuentran en el extranjero por razones laborales o académicas y no se vinculan con el mundo de las euskal etxeak.
Hace unos meses, al mencionar la posibilidad de que los desplazados por amenazas de ETA pudieran votar en Euskadi y en Nafarroa, Basagoiti habló de darles el mismo derecho que a los exiliados de la guerra civil que viven en Argentina, Uruguay o Chile. Del mismo tenor fueron las declaraciones de Juana Bengoechea en una entrevista televisiva, al definir como exiliados a los amenazados, y darles el derecho al voto que tienen los ciudadanos vascos en el exterior. Y en ese mismo sentido, Basagoiti repite en prensa el 25 de agosto que: «se debe equiparar a los amenazados de ETA con los nietos de vascos que viven en Buenos Aires y votan sin saber dónde está Euskadi...».
Más allá de esta desacertada afirmación, que deja en evidencia su desconocimiento en el tema, es evidente que estamos ante el surgimiento de otra «Diáspora», la de Basagoiti, con sus exiliados, y que al pretender equipararlos con los exiliados del franquismo que se refugiaron en el extranjero, se está reconociendo que el Estado español es el «exterior», ya que los que se desplazaron a Madrid -por ejemplo-, «se exiliaron» -como si se hubiesen ido al extranjero-, y el colectivo de desplazados forma parte de la «diáspora vasca».
¡Enhorabuena! Por fin para el PP «esto no es España», Castro Urdiales y Miranda de Ebro son el «exterior».
Sr. Basagoiti, ¿dónde quedó la unidad territorial que establece la «intocable» Constitución española, si trasladarse a Madrid es «exiliarse», y vivir en Valencia es «la diáspora»? En su afán de «pucherazo», el PP está yendo en contra de sus propias convicciones y de la unidad territorial española que tanto defiende.
Si tuvieran verdadero respeto y consideración por los desplazados y amenazados de ETA, no intentarían sacar beneficio electoral con su situación. Lo que menos necesitan las víctimas es que se cometa fraude en su nombre, al alegar condición de «amenazado» alguien que no lo sea y quiera votar en el País Vasco y/o en Nafarroa.
Basagoiti, que tanto criticaba a Ibarretxe y a López, ha creado su propia diáspora. Ahora bien, «su diáspora» no le va a devolver al PP los votos que le ha hecho perder Rajoy con sus «recortes», política económica de avasallamiento de derechos sociales y neoliberalismo feroz. La «Diáspora de toda la vida», la de América, Europa y Australia, no se deja manipular políticamente, y estoy convencida de que la de Basagoiti tampoco, o eso espero al menos, aunque nuevamente corra el riesgo de ser sorprendida en mi «ingenuidad».