Mikel INSAUSTI

Adam Sandler es el peor cómico del Hollywood actual, por la sencilla razón de que es imposible protagonizar una película tan mala como «Jack y su gemela», merecedora de llevarse todos los premios Razzie. Después de caer tan bajo es imposible levantar cabeza, lo que no consigue con «Desmadre de padre». El público empieza a estar harto de sus patochadas, incluso en los Estados Unidos, donde la pésima recaudación de su nuevo engendro no ha recuperado en taquilla ni siquiera la mitad del dinero invertido.

El humorista salido de Saturday Night Live ha intentado vender «Desmadre de padre» como un cambio de registro en su carrera, debido a que el guión contiene tantas palabrotas malsonantes y escenas políticamente incorrectas que nunca pretendió obtener la calificación de apta para menores. No ha faltado algún crítico que ha mordido el anzuelo, tildando a la película de provocadora, pero la nota media sigue siendo de suspenso.

Como espectador, ya que no hablo ahora como crítico, me siento doblemente insultado por la estafa que supone que esta cosa se anuncie como un producto para adultos, pues no he visto historieta más inmadura y estúpidamente machista.

Lo que más me molesta de todo es tener que ver a Susan Sarandon y a James Caan en unos papeles impresentables, con la actriz haciendo de profesora que se acuesta con sus alumnos adolescentes hasta terminar en la cárcel pagando por ello, y con el actor en el papel de un violento cura que reparte «ostias» en lugar de «hostias», que cualquiera puede hacer chistes malos.

Los invitados también son un dolor, pues aparece Vanilla Ice solo para justificar la nostalgia noventera, dentro de las alusiones a una generación que no estuvo preparada para la paternidad. Tales confesiones están bañadas en litros de cerveza y de semen, a fin de formar un resbaladizo barrillo escatológico que haga caerse por los suelos a los protagonistas, especialmente a los que van vestidos de etiqueta. Todo viene a cuento de que Sandler acaba como suegro en una familia de la alta sociedad, lo que lleva a su vástago a renegar de él.