El Athletic necesitaba un triunfo para revertir las azarosas vivencias deportivas y estructurales de las últimas semanas. Aduriz, primero, y después Susaeta posibilitaron los tres primeros puntos de la temporada, precisamente cuando el Valladolid decidió irse arriba en busca del partido, que fue de guante blanco, especialmente en la primera parte. La victoria debe servir para que el vestuario se centre en jugar y no pensar en nada más.

Y eso que el choque comenzó con un Iraizoz no muy acertado a la hora de manejar el cuero con los pies y dos equipos dispuestos a hacerse con el control del esférico y combinar. Ambas circunstancias permitieron que las dos escuadras llegasen bastante pronto a las inmediaciones del área del rival.

Para el minuto 8 el peligro ya se había cernido en sendas porterías. Una combinación con toque de cabeza de Aduriz no acabaron de concretarla los hom- bres de ataque rojiblancos, mientras la réplica llegó de uno de los fallos del cancerbero local a la hora de jugar con sus defensas, pero que el Valladolid no llegó a aprovechar.

Sí que tuvieron los pucelanos una magnífica ocasión para adelantarse en el marcador cuando un centro del activo Ebert -ex del Hertha- lo remató con la testa Óscar, pero en la trayectoria a las redes del balón se interpuso la cabeza de Gurpegi, quien ayer hizo dupla en el eje de la zaga con Ekiza, sustituto de San José. El de Atarrabia fue sustituido en el descanso de la goleada frente al Atlético y, aunque Marcelo Bielsa explicó públicamente que eso no era un castigo, lo cierto es que el central navarro se quedó en el banquillo de inicio.

Poco a poco, los anfitriones fueron poniéndole más ritmo y más posesión, llevando peligro casi siempre en penetraciones y colgando balones aéreos. Uno de ellos lo sacó Peña -ayer lateral zurdo ante la imposibilidad de que Balentziaga, por contrato, jugase contra el club que posee sus derechos- y el otro fue demasiado elevado para que la cabeza de Susaeta consiguiese dirigir la pelota con cierta eficiencia para los intereses rojiblancos.

Susaeta remata al poste

El dominio vizcaino se fue haciendo más latente conforme se acercaba la primera media hora, pero sin un riesgo excesivo para la meta de Jaime. Las acometidas locales acababan muriendo en la línea defensiva vallisoletana, como la contra llevada por Isma López (m.33), que el berriozartarra intentó culminar, aunque las piernas de su marcador se interpusieron en el camino de un balón que buscaba las redes castellanas.

Fue el poste, en cambio, el que hizo lo propio en la mejor ocasión para el Athletic en lo que se llevaba de envite. Corría el minuto 37 y nuevamente Isma López buscó la cal de su carril para servir un envío en el que se durmió Peña y Susaeta a punto estuvo de aprovecharse en plancha del error pucelano, pero la madera escupió el 1-0 que ya se cantaba en las gradas. A esas alturas de partido, el toma y daca era constante por parte de ambos conjuntos, gracias entre otras cosas a la nobleza del juego -solo dos faltas contabilizadas hasta entonces- y a que el Valladolid no le perdía la cara a la contra.

Una tesitura que a Marcelo Bielsa no le gustaba. El técnico rosarino decidió mover banco tras el paso por vestuarios. Dio entrada a Ruiz de Galarreta en lugar de Iturraspe, lo que obligó a recomponer filas. De Marcos bajó al lateral zurdo e Iñigo Pérez ocupó el pivote defensivo, mientras el joven recién entrado se movió por delante de este último, en funciones de creación del juego de ataque vizcaino.

El cambio, en principio, tampoco hizo variar la tónica que había imperado en la primera mitad, con un Athletic intentando llevar la iniciativa y un Valladolid muy atento a cualquier fallo de los anfitriones. Los acerca- mientos rojiblancos fueron llegando con cuentagotas. Como en el minuto 63, cuando De Marcos y nuevamente Susaeta firmaron un doble lance que sacó la defensa vallisoletana.

Goles y otro palo

La dinámica, sin embargo, fue variando hacia un encuentro más trabado y con unos leones a los que les costaba mayor esfuerzo salir con el balón jugado, al adentrarse los pucelanos cada vez más en los dominios locales. Paradójicamente, fue en esa fase cuando llegó la jugada que comenzó a inclinar la balanza y dar los tres primeros puntos al Athletic. Aduriz hizo lo que se espera de un cazagoles como él.

El donostiarra se encontró en el punto de penalti con un balón que había llegado fruto de un rebote pero, a su vez, de una jugada muy bien elaborada en el borde del área vallisoletana. Y ejecutó con maestría, raso y pegado al poste, en la primera de que dispuso con claridad. Como suele ocurrir, el gol trajo la tranquilidad, los rojiblancos cogieron poso al verse por delante en el electrónico y se embarcaron en la tarea de dejar el envite finiquitado.

Pudo hacerlo Gurpegi si el poste, por segunda vez, no se hubiese interpuesto en el camino anotador del Athletic. De manera previa, Iraola también lo intentó con un disparo raso y cruzado al que respondió la manopla de Jaime. Fue, en cualquier caso, la antesala de la diana de Markel Susaeta que cerró el partido.

El eibartarra la llevaba buscando desde el pitido inicial, pero solo pudo consumar su objetivo cuando faltaba un cuarto de hora para el final, aunque mereció la pena esperar tanto para una ejecución que le convierte en uno de los goles de la jornada. Buscó y econtró la escuadra con un disparo enroscado al que le precedió un buen recorte dentro del área rival.

Fue el premio a un esfuerzo conjunto, que llegó en el mejor momento del choque, cuando el Valladolid estiraba líneas, y en el necesario de la temporada, tras dos abultadas derrotas que habían hecho sonar las primeras alarmas del entorno.