Hillary Clinton se encontrará en Beijing durante la convención demócrata, pero la visita no marca distancias con el candidato, Barack Obama, sino que tiene un alto valor simbólico ya que las relaciones chino-estadounidenses dividen a los partidarios de un relativo pragmatismo y los que, sobre todo desde el bando republicano, apuestan por una mayor confrontación.

La secretaria de Estado dejó el domingo las islas Cook, donde tuvo lugar la cumbre del Foro de las Islas del Pacífico, hacia Indonesia, potencia emergente en Asia y primer país musulmán por población. Hoy llegará a China, donde mañana se encontrará con el presidente, Hu Jintao. Por su parte, Barack Obama, tratará desde hoy de convencer a los estadounidenses todavía indecisos de que merece un segundo mandato en la convención demócrata en Charlotte (Carolina del Norte).

China, segunda potencia económica mundial, es un punto recurrente de la discordia entre demócratas y republicanos, que reprochan a los primeros su tímida crítica en materia de derechos humanos, la valoración del yuan o la piratería tecnológica.

Mitt Romney prometió firmeza de ser elegido, y apeló a China a respetar las «reglas en vigor» de la economía mundial, acusando a Beijing de manipular su moneda para impulsar las exportaciones. El pasado febrero, calificó a China de «tiranía próspera» y prometió evitar el advenimiento de un «siglo chino», en un artículo publicado por el «Wall Street Journal»

Desde las islas Cook, Clinton deseó «unas relaciones largas, positivas y de cooperación», con China. «Es bueno para nuestro país, para nuestros conciudadanos y no solo para esta región sino para el mundo», afirmó.