GARA > Idatzia > Mundua

La Convención Demócrata trata de superar la desilusión con Obama

Los demócratas buscan desde ayer, en su Convención Nacional, remarcar sus diferencias de gestión con los republicanos. Conscientes de que será difícil que el electorado recupere la ilusión que le llevó a votar hace cuatro años a Barack Obama, su objetivo es levantar la bandera de la clase media y, a falta de entusiasmo, forzar a que vuelva a votar por la menos mala de las alternativas.

p017_f01-148x104.jpg

David BROOKS («La Jornada») |

«Ahora es nuestro turno», anunciaron los encargados de la Convención Nacional Demócrata, que arrancó ayer, a la vez que prometieron que las diferencias con el festejo político republicano de la semana pasada en Tampa serán muy marcadas, sobre todo en los rostros de los participantes y en el mensaje.

Lo primero que al llegar aquí distingue del mar blanco y casi homogéneo de la Convención Nacional Republicana en Tampa son las olas de rostros multicolor y multiétnicos, así como de gente muy elegante junto a barbudos en camiseta, jóvenes y ancianos de todo tipo y sectores no presentes en Tampa: sindicalistas, ambientalistas, pacifistas, luchadores por los derechos civiles (el representante John Lewis, asistente y compañero de Martín Luther King, es uno de los dirigentes honorarios de esta convención), de organizaciones latinas y de defensa de los inmigrantes y de la mujer (el 50% de los 5.556 delegados son mujeres).

Se siente la diferencia en las calles, en las filas para obtener credenciales, en lo que comenta la gente. Una ecuatoriana que trabaja en la cafetería del centro de convenciones comenta que urge que ganen los demócratas. Cuenta que estuvo de mesera en un acto de recaudación de fondos para el republicano Mitt Romney, quien nunca saludó. «Un hombre arrogante, todos queríamos mentarle la madre; de esa cena salió con por lo menos 4 millones de dólares».

Esa imagen es la que la campaña de Obama busca fijar: Romney como un financiero que desea imponer un cambio de arriba abajo con las políticas que han beneficiado a los más ricos y han dejado ahogarse en la crisis a todos los demás.

Antonio Villaraigosa, alcalde de Los Ángeles y presidente de la convención, avanzó el lunes (en inglés y español) que el enfoque del mensaje de Obama es que se seguirá beneficiando a la clase media para «llevar adelante» (la consigna de la campaña presidencial) al país para «restaurar el sueño americano», en contraste con el mensaje de Tampa de hacer las cosas de arriba abajo y «regresando a las mismas políticas fallidas que llevaron a la crisis más grande desde la Gran Depresión».

A la vez, prometieron que la plataforma del partido dejará muy claras las diferencias con los republicanos en cuanto a la defensa del derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad, los derechos de los gays y una reforma migratoria integral, entre otras medidas.

Energía, entusiasmo, emoción.. son palabras repetidas como un mantra para describir el apoyo a Obama, pero más por necesidad que por virtud. Todos recuerdan las enormes expectativas que provocó Obama en 2008 y ahora, cuatro años después, el gran desafío es cómo recapturar esa ilusión. No es tanto el problema de que muchos de quienes votaron antes por Obama vayan a votar por su opositor, sino que no voten por nadie.

El gran lema de hace cuatro años fue «cambio» y «sí se puede». Pero ahora muchos dicen que no ven ni el cambio prometido ni la sensación de que se pueda hacer algo.

Desilusión con Obama

La desilusión es alimentada tanto por las promesas no cumplidas (clausura de Guantánamo, reforma migratoria, mayor regulación y control del sector financiero, reformas más profundas sobre cambio climático, las guerras, derechos laborales y sindicales...) como por el alto nivel de desempleo y las secuelas de la crisis económica.

Obama y su partido enfatizan que su misión es rescatar a la clase media, y con ello, el sueño americano, pero no ofrecen mucho para persuadir a los desilusionados más allá de asegurar que las cosas habrían estado peor sin este presidente, que se detuvo la hemorragia de empleos heredada de la crisis que estalló bajo el gobierno de George W. Bush, y que se logró rescatar la industria automotriz, se promovió la reforma de salud, se suspendió la deportación de jóvenes indocumentados y se anunció el fin de la guerra de Irak, entre otras cosas. Pero, sobre todo, que Obama está preocupado por la «clase media» y no por los ricos como su rival.

Pero el hecho de que el sector financiero, rescatado por Obama, de nuevo goce de enormes ganancias, mientras el nivel de desigualdad entre el 1% de la población y el resto sigue creciendo, y que la tasa de desempleo permanezca por encima del 8%, sigue provocando dudas, cuando no cinismo, entre algunos.

En el Bank of America

No ayuda que la convención tendrá su acto culminante con la aceptación de Obama de la candidatura en el Estadio Bank of America, uno de los bancos más beneficiados por el rescate financiero y que se lucró con el negocio de las hipotecas que provocó en parte la crisis.

Tampoco ayuda que la convención se celebre en una ciudad en la cual ni un solo hotel tiene sindicato y en un estado (Carolina del Norte) que tiene una ley antisindical, enorme obstáculo en todo esfuerzo para crear gremios. La central obrera AFL-CIO y otros sindicatos se quejaron abiertamente de eso, contribuyeron con pocos fondos para todo este festejo, pero mantendrán su histórica adhesión a este partido; no tienen otra opción.

Romney no logra sacar partido de su bautismo de fuego en Tampa

La Convención Nacional Republicana de Tampa de la semana pasada no ha supuesto, como era de esperar, un impulso, siquiera mediático, de la candidatura de Mitt Romney. Así, su discurso obtuvo los peores resultados de cualquier discurso de aceptación en una convención desde 1996, cuando la empresa demoscópica Gallup comenzó su medición, con un exiguo 38% que lo consideró excelente o bueno. El peor resultado anterior lo registró el republicano John McCain en 2008, con un 47% de aplausos. Romney sigue por debajo -a un escaso punto- de Obama.

Así las cosas, los republicanos han pasado a la ofensiva y han recuperado la pregunta-mantra que llevó a Ronald Reagan a la Casa Blanca en 1980 a costa de un Jimmy Carter que perdió su segunda elección. «¿Están ustedes en mejor situación que hace cuatro años?», preguntó, lo que le dió a la postre la victoria.

Obama reconoció ayer que su balance económico es «insuficiente», lo que aprovechó el número dos republicano, Paul Ryan, para ironizar con otra pregunta, «¿Tras cuatro años de presidencia, es insuficiente...?». GARA

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo