El presidente sirio, Bashar al Assad, mostró ayer su apoyo a la labor de la Cruz Roja en la guerra que vive el país si permanece imparcial e independiente. Tras un encuentro con el nuevo presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, la televisión estatal informó de que «el presidente Assad ha declarado al presidente internacional de la Cruz Roja que saluda las operaciones humanitaria llevadas a cabo por el comité sobre el terreno en Siria en tanto que permanezcan independientes e imparciales».

Por su parte, Maurer saludó «la voluntad de cooperación del Gobierno sirio» y «la confianza establecida», entre Damasco y la organización, según la agencia oficial Sana.

El portavoz del CICR en Ginebra señaló que la reunión fue positiva y que se discutieron temas relacionados con la protección de la población civil, como la importancia del acceso a los cuidados y a la alimentación, y las visitas a los detenidos».

Ayuda humanitaria

Maurer también puso sobre la mesa la necesidad de garantizar el aprovisionamiento más rápido de ayuda humanitaria suministrada por el CICR, como material médico y la puesta en funcionamiento de la red de agua potable.

Maurer sustituyó el pasado 1 de julio a Jakob Kellenberger al frente del CICR. Además de Al Assad, tiene previsto encontrarse con el jefe de la diplomacia siria, Walid Muallem, el ministro de Interior, Mohammad al-Shaar, el ministro de Salud, Saad Abdessalam Nayef y el ministro para Asuntos de Reconciliación Nacional, Ali Haidar.

También pretende recordar a las partes beligerantes sus deberes en virtud de la ley internacional ligada a la protección de los civiles y estudiará la posibilidad de visitar a detenidos.

Desde comienzos de año, el CICR y la Media Luna Roja siria han distribuido ayuda a más de 800.000 personas, la mayor parte desplazadas, y agua potable a más de un millón.

Por otra parte, los combates continuaron ayer en Alepo, Hama, Homs, Idleb, Deraa y Damasco. Los barrios de Alepo donde resisten los insurgentes son sometidos a incesantes bombardeos de artillería y mortero, según los opositores armados, que aseguran que estas zonas carecen de alimentos y los habitantes tienen que introducirlos de contrabando.