Arturo, F. Rodríguez | Artista
Spam
Se llama spam o correo basura a los mensajes no solicitados, no deseados o de remitente no conocido que perjudican de algún modo al receptor. La palabra spam proviene de la Segunda Guerra Mundial, cuando los familiares de los soldados les enviaban comida enlatada. La más popular fue una carne enlatada fabricada por una empresa charcutera estadounidense llamada Hormel's Spiced Ham.
El spam (de la contracción de «Spiced Ham») fue el alimento de los soldados y desde 1957 fue comercializado en nuevos envases que ahorraban al consumidor el uso del abrelatas (Wikipedia es una lata de sorpresas).
El spam que nosotros conocemos también tiene algo de carnaza. Más allá de los mensajes basura que aparecen en nuestros buzones analógicos y digitales, el spam se apodera irrefrenablemente de nuestro imaginario, alimentando con productos no deseados ni deseables ese maltrecho cerebro que un día fue sensible.
Pero no parece haber respuesta ante el conflicto entre la estandarización y el control sicosocial de una concepción mercantilista de la cultura y las posibilidades liberadoras del trabajo artístico.
Solo el silencio y la apatía. Las acciones que realmente encaran este conflicto en el que la cultura se hace resistente, pasan por ser anecdóticas y tachadas de «elitistas». Así, lo popular es asimilado como «democrático»; el éxito se cuantifica en términos de rentabilidad económica y de número de visitantes, y la calidad deviene en espectáculo y arrogancia. Festivales de todo y producción de nada, celebración de la nada y ceremonia del sinsentido.
Spam por todas partes que además nos sale ahora más caro, porque nos ahorran el uso de abrelatas. Va directo al hipotálamo.