Naciones Unidas afirma que «la austeridad no genera crecimiento económico»
El informe sobre el Comercio y el Desarrollo de 2012 de Naciones Unidas confirma tres elementos esenciales: que la austeridad no genera crecimiento económico; que las reformas laborales dificultan la recuperación de la actividad y que es necesario impulsar la fiscalidad progresiva y activar el gasto público. A juicio de la UNCTAD, la creciente desigualdad en beneficio de unos pocos «no reactivará la economía, porque el consumo lo hace la clase media».
Juanjo BASTERRA |
Las principales conclusiones del informe anual de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, en sus siglas en inglés) muestran el camino inverso al que han adoptado los gobiernos de la Unión Europea, que aplican medidas de austeridad y de recortes sociales y laborales. Por ese camino, según la UNCTAD «no se recuperará la actividad, ni se saldrá de la profunda recesión económica».
Una de las enseñanzas que se extrae del informe anual coincide directamente con lo que los colectivos sociales y sindicales defienden de cara a la próxima huelga general del 26 de setiembre en Hego Euskal Herria: «La austeridad no ha generado ni generará crecimiento». El organismo de Naciones Unidas manifiesta, a su vez, que «los países en desarrollo son vulnerables, porque los recortes fiscales y las reformas laborales de las naciones desarrolladas dificultan la recuperación de la recesión». El documento añade, a título de advertencia, que «no se producirá una salida significativa de la recesión hasta que los grupos de renta media y baja consigan unos ingresos suficientes para destinarlos al consumo».
Un capítulo importante del informe se centra en la desigualdad de ingresos entre la mayoría de la población y una minoría acaudalada. Describe que «las crecientes brechas en el ingreso y en la riqueza en todo el mundo no son un resultado inevitable de la globalización y el cambio tecnológico», sino que «el aumento de la concentración de los ingresos en pocas manos limita el potencial económico de las naciones al debilitar la demanda de bienes y servicios, y al reducir las posibi- lidades de educación y movilidad social de muchas personas».
UNCTAD asegura que esas tendencias «pueden y deben revertirse mediante una intervención del Estado basada en la política fiscal y laboral».
«La desigualdad aumenta», según destaca y añde que «los salarios pierden peso en la mayoría de los países desarrollados y en muchos en desarrollo». Así, cita que el peso específico de la masa salarial se contrajo en cinco puntos porcentuales en Estados Unidos, Gran Bretaña e Irlanda del Norte y «en diez puntos o más» en Alemania, Estado francés, Estado español e Irlanda, entre otros países.
«Se ha producido un cambio general similar entre países. Si bien en 1980 el ingreso per cápita de las 15 naciones más ricas era 44 veces superior al de las 15 más pobres, para el año 2000 esa proporción aumentó a 62 veces», precisa. Si bien, el informe matiza que en 2009 se redujo a 56 veces «gracias a la mejora de los resultados económicos en varios países en desarrollo o en transición».
Ante esta disparidad, Naciones Unidas pide a los gobiernos que «recurran a las políticas fiscales y laborales para reducir la desigualdad del ingreso». Este objetivo es fundamental, «no solo por razones de equidad y bienestar social, sino también porque mejorarían los resultados de las economías». El documento explica esta situación porque «las familias de renta media y baja destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo, y genera la demanda que impulsa a las economías modernas». Sin embargo, los gobiernos europeos, y el español en particular, han optado precisamente por la opción inversa.
Por ese motivo, afirma que «la concentración excesiva de los ingresos en pocas manos fue uno de los factores que condujo a la crisis mundial, ya que estaba vinculada a incentivos perversos para las personas con mayores ingresos y a un alto grado de endeudamiento en los grupos de menores ingresos».
Admite, por último, que el enfoque dominante de la política fiscal durante los años anteriores fue «reducir al mínimo la intervención del Estado y eliminar la distorsión de la fiscalidad progresiva» y que en el mercado de trabajo «se ha avanzado hacia una flexibilidad en salarios y protección de empleo», lo que «ha elevado la desigualdad».
El informe de la UNCTAD reconoce que «las reformas laborales de las naciones desarrolladas dificultan la recuperación de recesión».
Pide a los gobiernos a que recurran a «las políticas fiscales y laborales para reducir la desigualdad del ingreso», todo ello «no solo por razones de equidad y bienestar social, sino porque mejorarían los resultados de las economías».
Los datos concretos sobre la economía, según el informe del organismo de las Naciones Unidas, confirma que este año se espera que el crecimiento en los países desarrollados no sobrepase el 1% «con una combinación de una nueva recesión en la UE y un crecimiento de alrededor del 2% en Estados Unidos y Japón».
Las economías en desarrollo y en transición, como las denomina la UNCTAD, se espera que crezcan entre un 5% y un 4%, respectivamente. «Los países en desarrollo, impulsados por el progreso registrado en varias grandes economías, dependen menos de las economías desarrolladas y maduras y tienen una demanda interna más robusta». Un dato que confirma este vuelco se encuentra en que entre 2006 y 2011, aproximadamente un 74% del crecimiento de la producción mundial se generó en países en desarrollo en comparación con solo un 22% en los países desarrollados». En cambio, hace tres los países desarrollados representaban el 75% del crecimiento mundial, «que disminuyó a poco más del 50% entre 2000 y 2006».
El organismo de Naciones Unidas admite, sin embargo, que esos países «son vulnerables a la disminución de la demanda de sus exportaciones». J.B.