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Garoña y el empleo

El cierre de una instalación altamente tóxica, como la central de Garoña, es una buena noticia. La transformación del sistema energ´tico no solo va a traer ventajas ambientales, sino también económicas y laborales

Cumplido el plazo de solicitud de la prórroga de la central nuclear de Garoña, las empresas propietarias, Iberdrola y Endesa, han decidido no solicitarla, con lo que, si el Gobierno cumple con la legalidad vigente, esta instalación tendrá que cerrar en julio del próximo año. Es el momento de que la comarca del Valle de Tobalina, y las que le rodean, se replanteen su futuro laboral y económico, porque el cierre de la centra nuclear, lejos de ser una mala noticia, puede convertirse en una gran oportunidad para reforzar el tejido social y económico de la comarca.

La central de Santa María de Garoña se inauguró hace 42 años, aunque solo fue diseñada para estar 40 años en funcionamiento. La piscina que alberga el combustible usado alcanzará su máxima capacidad en 2015. Para permitir la prórroga de la central, se deberían realizar reformas en la misma cuyo coste se estima en más de 100 millones de euros. Se trata además de una central gemela de la de Fukushima. De hecho, en unas pruebas de estrés realizadas tras el accidente de Japón, se demostró que Garoña no está preparada para hacer frente a terremotos. Un informe reciente de la empresa que fabricó la contención de la vasija nuclear ha alertado de la aparición de numerosas fisuras debido a problemas con los materiales empleados en la construcción. Estamos por lo tanto ante una instalación cuya seguridad resulta más que dudosa, y es por lo tanto un grave riesgo para la ciudadanía.

El cierre de una instalación altamente tóxica como la central de Garoña es una buena noticia. Es el momento de replantearse el sistema energético, para pasar del actual, basado en el gas, el petróleo, el carbón, y la energía nuclear, que son altamente contaminantes y dependientes del exterior, a un sistema basado en energías limpias, autónomas, que permitan la independencia energética real. La transformación del sistema energético no solo va a traer ventajas ambientales, sino también económicas y laborales.

Siempre que se ha hablado del cierre de la central nuclear, se ha aludido a que este traería la ruina de la comarca. Ejemplos similares, como el cierre de la central de Zorita, desmienten estas afirmaciones. En esta central no se ha quedado nadie en paro. Los trabajos de desmantelamiento de la central han mantenido muchos puestos de trabajo en la zona durante años, y los que no se han mantenido en el desmantelamiento fueron reubicados en otros puestos en Unión Fenosa. Las tareas de desmantelamiento de una central de estas características duran varios años, tiempo suficiente para reenfocar la economía de la región hacia otro modelo productivo.

Es el momento de que la comarca se replantee su futuro, que piense a largo plazo y no siga en la loca carrera hacia el precipicio que supone continuar prorrogando durante años una instalación obsoleta y cada vez menos segura. Es el momento de que piense en otro modelo de desarrollo local, un modelo basado en la generación energética mediante energías limpias, pero también en empresas no contaminantes, en ecoturismo o en agricultura ecológica. Un modelo económico basado en cooperativas que refuercen el tejido social de estas comarcas rurales. Y un modelo que también considere como fuente de trabajo los cui- dados a una población envejecida habitual en el medio rural.

Un reciente estudio de la OIT demuestra que en este tipo de sectores es posible generar más de dos millones de puestos de trabajo en el Estado. En el caso de las energías renovables produce además más puestos de trabajo por instalación que la energía nuclear. La actual central de Garoña produce 0,7 empleos directos por unidad de potencia, mientras que las renovables pueden superar con facilidad los 3,5 empleos directos por unidad de potencia, 5 veces más. El sector de la agricultura ecológica también puede ser una buena alternativa, ya que se pronostica un aumento del 12% anual para los próximos años. Por no hablar del turismo ecológico, con la gran riqueza ambiental de la zona, que puede tener un gran empuje una vez termine el riesgo de la central nuclear.

Por todo ello, este es un momento clave para el Valle de Tobalina y las comarcas adyacentes. El momento de detener esta huida hacia adelante que está realizando el Gobierno y afrontar con seriedad el futuro de la central de Garoña. Un futuro basado en energías limpias y empresas no contaminantes, en la agricultura ecológica y los cuidados. Confiemos en que se sepa aprovechar el momento.

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