60 DONOSTIA ZINEMALDIA
Zinemaldia aparcó la alfombra roja, en un día «raro» y de mínimos
El director de Zinemaldia, José Luis Rebordinos, ponía voz a la sensación general: el día de ayer era un «día raro, un poco especial». Lo decía en el interior de un Kursaal cuya puerta principal permanecía inusualmente cerrada, con el festival en servicios mínimos -es decir, con únicamente las proyecciones a las que les obliga la normativa de festivales-, sin alfombra roja, ni ostentaciones y con las taquillas cerradas. La huelga general se hizo sentir en el festival.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
La sensación, al mediodía, era un poco extraña. Unos, hacían cola para entrar en la segunda proyección del día -la mayoría, periodistas acreditados; otros, los que habían comprado entrada, lo habían hecho días antes, porque ayer la taquilla estaba cerrada a cal y canto-. Otros, pasaban en manifestación en una marcha continuada y que parecía interminable por delante del Kursaal -hubo algún grito de «los de la acera, a la carretera», que fue secundado en algunos casos, y algún equipo de televisión tuvo que escuchar aquello de «televisión, manipulación»-. Y, en medio de todo aquello, un grupo de actores vascos, «uniformados» con sus camisetas contra los recortes, esperaban pacientemente a unirse a la marcha.
La jornada de huelga general de ayer se hizo sentir, y mucho, en Zinemaldia, cuya actividad se redujo a un 15-20%: frente a las 82 proyecciones del martes o las 78 de hoy, ayer únicamente hubo ocho, una más de las previstas debido a un problema de última hora con la copia de «Rhino Season». Con los teatros y cines cerrados, la actividad se concentró en el auditorio y el cubo pequeño del Kursaal. Taquillas cerradas, plásticos negros en algunas vallas publicitarias u ocultando la exposición de caricaturas de Zulet de la plaza Okendo y proyección de tarde, pero sin alfombra roja, ese podría ser el resumen del día. Todo ello, sin incidentes. En el hotel María Cristina, donde se alojan los principales invitados, había normalidad, aunque la dirección se disculpaba por escrito sobre «los inconvenientes que pudiera encontrarse tanto en el hotel como en la ciudad durante este día».
De hecho, durante todo el día no se contó con los coches oficiales del festival y tampoco se vio a Rebordinos recibiendo a los invitados en la entrada principal del hotel. La clave era «nada de ostentación» y, por ese motivo, no hubo tampoco la habitual alfombra roja en la proyección de las 19.00, donde tendría que haber posado la estupenda actriz Monica Belluchi. «Creo que era la forma menos mala de funcionar -explicaba Rebordinos-. Hemos estudiado qué podríamos hacer y, sobre todo, teníamos dos cosas claras desde el principio: que vivimos una situación extraña económicamente y hay una convocatoria de huelga a la que no nos sumamos ni podemos sumarnos, porque no es nuestra función, pero nos queremos solidarizar con la gente que lo está pasando mal económicamente, y en segundo lugar, es muy importante para nosotros que nuestros invitados y las películas que se proyecten, una china y una iraní en premiére mundial, no sufran».
La china «All apologies», de Emily Tang, abrió la jornada con más pena que gloria. La raíz de la historia radica en el extraordinario valor que tiene en la cultura china tener un hijo varón, hasta el extremo de que el protagonista «quiere conseguir un hijo, de cualquier forma», explicó Tang. Tanto que viola a la mujer de su vecino porque culpa a su marido de la muerte en accidente de su hijo; esta se queda embarazada y le da el hijo que ha concebido debido a su sentimiento de culpabilidad. «Un refrán antiguo chino dice que si no tienes un hijo, sobre todo varón, es como si hubieras perdido tus raíces», explicó.
Otro momento extraño del día fue ver sobre el escenario a Rebordinos y a Ghobadi dando explicaciones sobre la copia que se iba a proyectar a las 12.30, una copia con defectos de imagen y sonido -casi imperceptibles, la verdad- que había llegado la víspera de Turquía. Eso obligó al festival a realizar una nueva proyección por la tarde con otra copia llegada de urgencia y a retrasar hasta hoy la rueda de prensa prevista para ayer. Sobre el escenario, un Ghobadi que dijo sentirse «triste» y que aprovechó para presentar ante la prensa una historia poética y que, dijo, «rodé para no morir».