Atentado contra el Estado Mayor sirio en pleno debate sobre Siria en la ONU
Mientras los discursos en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, se centraban en el conflicto sirio, un doble atentado kamikaze golpeaba en Damasco la sede del Estado Mayor del Ejército, matando a cuatro guardias del edificio. El ataque fue asumido por un grupo islamista así como por los insurgentes del ELS. En la ONU, Qatar planteó una intervención militar árabe, aunque varios dirigentes árabes templaron luego la propuesta.
GARA | DAMASCO
Un doble atentado kamikaze contra la sede del Estado Mayor del Ejército en Damasco mató a cuatro soldados y fue seguido de intensos combates entre los insurgentes y las tropas leales a Bashar al Assad. Con diez minutos de intervalo, dos coches bomba estallaron en el interior y junto al cuartel general del Estado Mayor, en una zona en la que se encuentran varios edificios de los servicios de seguridad.
Las explosiones derribaron una parte del muro que rodea el edificio y dejaron un cráter de dos metros de profundidad.
El Ejército aseguró que todos sus comandantes y oficiales se encontraban sanos y salvos, pero cuatro guardias murieron y 14 civiles resultaron heridos. En los combates que siguieron murió el corrresponsal de la televisión iraní Press TV por disparos de un francotirador.
El atentado fue reivindicado por un grupo jihadista, Tajamo Ansar al-islam (Reunión de los seguidorse del islam), que explicó que un kamikaze hizo explotar su vehículo en la entrada principal del edificio y que fueron accionadas varias bombas colocadas en el tercer piso «en coordinación con (militares) honorables». Añadió que otros cuatro combatientes que entraron en la sede militar murieron «tras el caos que siguió».
«Los soldados de Assad huyeron y se declaró un incendio en el edificio», precisó el grupo islamista, que anunció más operaciones contra los pilares del régimen.
Grupo islamista y el ELS
A la vez, un portavoz del Ejército Libre Sirio (ELS), Ahmad al-Khatib, aseguró a France Press que además de Tajamo Ansar al-islam al menos otras tres brigadas insurgentes del ELS participaron en la operación.
El ELS no reivindicaba los primeros atentados contra edificios y militares, pero sí ha asumido los últimos ataques, aunque sus lazos con el grupo islamista no están claros.
Según el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), el ataque fue posible gracias a la complicidad de militares en el interior del edificio. Su presidente, Rami Abdel Rahmane, desmintió desde Londres que se tratara de un ataque suicida. «Parece que la operación fue un motín en el interior del Estado Mayor», afirmó.
En el resto del país, continuaron los combates que dejaron al menos 17 muertos en la ciudad de Deir Ezzor y siete en la provincia de Damasco. Los helicópteros sobrevolaban Alepo, donde los rebeldes aseguraban que no podían avanzar por falta de munición.
El de ayer es el atentado más importante en la capital siria desde el 18 de julio, cuando murieron cuatro de los principales responsables de la seguridad del régimen, entre ellos el cuñado de Al Assad.
Por otro lado, el OSDH denunció que al menos 16 personas, entre ellas seis mujeres y tres niños, fueron ejecutadas en sus casas por milicianos del régimen en el barrio de Barze de Damasco, de mayoría suní.
Este organismo calcula que la guerra en Siria ha causado ya la muerte de al menos 30.000 personas, la mayoría civiles.
El atentado de Damasco se produjo el mismo día que el conflicto sirio centró la primera sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En ella, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió el pasado martes de que se está produciendo «un desastre regional» en Siria «con implicaciones mundiales. El presidente de EEUU, Barack Obama, afirmó que el régimen sirio debe acabar para «que se ponga fin a los sufrimientos de la población siria». Según un diplomático estadounidense, Washington va a anunciar una ayuda suplementaria a la rebelión siria para «protegerse y defenderse».
Por su parte, el presidente francés, François Hollande, pidió a la ONU que proteja «z0nas liberadas» en referencia a las que la insurgencia armada siria ha tomado bajo su control, y asuma «una ayuda humanitaria a los refugiados», a la vez que denunciaba la «injerencia inaceptable de Irán» en el conflicto.
Intervención militar árabe
Más allá fue el emir de Qatar, Hamad ben Khalifa al-Thani, que reclamó ante la Asamblea una intervención militar de los países árabes para «hacer cesar el baño de sangre», tras constatar que «todos los medios que se han empleado han sido en vano», y mencionó como precedente la intervención decidida por la Liga Árabe durante la guerra civil de Líbano en 1976, una fuerza árabe de 30.000 hombres compuesta en su mayoría por tropas sirias.
Sin embargo, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby, matizó ayer la intervención del emir qatarí, y aseguró que no existe ninguna propuesta en firme para enviar una fuerza militar a Siria
Pero Túnez recogió la propuesta y su presidente, Monfez Marzuki, se mostró favorable a una «fuerza árabe de mantenimiento de la paz» en Siria.
Durante la Asamblea General de la ONU, Marzuki consideró posible una operación de este tipo. «Vamos a impulsar todo lo que suponga una solución pacífica pero, si hace falta, deberá haber una fuerza de mantenimiento de la paz».
En su estreno ante la Asamblea, el presidente egipcio, Mohamed Morsi, aseguró que la población siria «se merece vivir con libertad y dignidad». Mursi exhortó a la comunidad internacional a poner fin a la «catástrofe», pero marcó como línea roja una posible intervención militar, por los peligros que implica. Calificó a Assad de «dictador sanguinario capaz de destruir todo el país para permanecer en el poder». Por otro lado, reclamó pasos inmediatos para descolonizar Palestina, y ofreció el respaldo de El Cairo a cualquier acción que sus autoridades quieran emprender en el contexto de la ONU.
Quien no se refirió al conflicto sirio fue el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, pese a que varios líderes occidentales habían acusado a Teherán de fomentar la violencia por su apoyo a Damasco.
Maya Naser, corresponsal de la televisión iraní Press TV, murió a causa de los disparos de un francotirador en Damasco tras el atentado. Press TV responsabilizó a Turquía, Arabia Saudí y Qatar, países que «aportan las armas y los militantes que matan a civiles, militares y periodistas» en Siria.
Un comandante rebelde acompañado de un grupo de combatientes anunció en una rueda de prensa de la oposición tolerada por el régimen que abandona la insurrección y vuelve al Ejército regular. «Hemos decidido cooperar con el Ministerio de Reconciliación Nacional», declaró el teniente coronel Khaled Abdel Rahman al-Zamel.
El presidente egipcio, Mohamed Mursi, canceló una reunión sobre la crisis siria que iban a mantener Egipto, Irán, Turquía y Arabia Saudí en Nueva York, por la ausencia del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.
El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, acusó a Occidente e Israel, durante su intervención ante la Asamblea General de la ONU, de querer intimidar a su país con la serie de sanciones y amenazas de ataques por su programa nuclear. En un discurso jalonado de llamadas a la paz entre países y religiones y de consideraciones religiosas,-predijo la llegada de un «salvador supremo», El-Mahdi, esperado por los musulmanes chiís y de una «primavera espiritual»-, afirmó que «las amenazas persistentes esgrimidas por los incivilizados sionistas de recurrir a la acción militar contra nuestra gran nación ilustra claramente esta amarga realidad».
Las delegaciones de Estados Unidos, Israel y Canadá se ausentaron durante su discurso, en el que reprobó el «trágico incidente» del 11-S pero también las acciones militares que vinieron después y criticó la carrera armamentística de las potencias hegemónicas, reivindicando una nuevo orden mundial sin sus abusos. Barack Obama señaló el martes ante la Asamblea que EEUU haría «lo que tenga que hacer» para impedir a Irán obtener la bomba atómica». El presidente iraní, en cambio, tendió la mano a Washington. «Estamos preparados para un diálogo. Nunca hemos tenido ningún problema con el pueblo de Estados Unidos», afirmó.
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, subrayó en una carta antes de viajar a Nueva York, que responderá a Ahmadinejad ante la Asamblea y que seguirá trabajando para evitar que el «régimen tiránico» de Irán obtenga la bomba atómica. GARA
La comunidad internacional admitió la urgencia de la situación en Mali, pero no se mostró entusiasmada por constituir la fuerza internacional que reclama Bamako para actuar en Azawad, el territorio tuareg bajo control de grupos islamistas.
En una reunión al margen de la Asamblea General de la ONU dedicada a la crisis del Sahel, el primer ministro maliense, Modibo Diarra, repitió la demanda enviada la semana pasada por su gobierno al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. «Solicitamos la adopción de una resolución del Consejo de Seguridad para la creación de una fuerza militar internacional compuesta por todos los que nos quieran ayudar a reconquistar los territorios ocupados en el norte», afirmó, subrayando la necesidad de «actuar deprisa».
Bamako y la Cedao (Comunidad de Estados del África del Oeste) acordaron la semana pasada las grandes líneas de una intervención que apoya el Estado francés, con muchos intereses en la región. «Francia demanda lo más rápidamente posible una nueva convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU» para examinar la petición maliense, declaró el presidente francés, François Hollande, que quiere que estas fuerza se defina «en las próximas semanas» Varios países africanos se sumaron a la propuesta, pero el resto optó por una mayor cautela. «Toda solución militar para resolver la crisis de seguridad en el norte de Mali debería ser prevista con la máxima prudencia. Podría tener graves consecuencias humanitarias», advirtió el secretario general de la ONU. La única medida concreta fue el anuncio de una estrategia de actuación y un enviado especial para el Sahel, cuyo nombre no se concretó. Ban Ki-moon pidió a la comunidad internacional que no abandone al Sahel, donde la agitación política, un clima extremo y las frágiles economías se han combinado «para crear una tormenta perfecta de vulnerabilidad». GARA