Koldo LANDALUZE

Siempre resulta un ejercicio saludable sentarse en la butaca para dejarse llevar por las crónicas sociales filmadas por un Ken Loach que, a estas alturas de todo y en los tiempos que corren, se muestra como un gran conocedor de lo que ocurre, sobre todo, en la trastienda social británica. En esta ocasión, el autor de “Agenda oculta” ha trasladado su atención a Glasgow y en uno de esos enclaves urbanos que nunca le han sido ajenos, ha plantado su cámara para seguir de cerca la singular peripecia compartida por un grupo de «señalados» por la sociedad que, obligados a cumplir una condena prestando servicios sociales, unirán sus esfuerzos para llevar a cabo un plan que sobre el papel podría resultar anecdótico; sobre todo para quienes desconocemos la gran cantidad de dinero que revolotea sobre las más cotizadas barricas de whisky del planeta.
Resulta ejemplar la postura adoptada por Loach a la hora de decantarse claramente por el cuarteto de ladrones que planeará y ejecutará el robo de una codiciada barrica de whisky. Eludiendo cualquier tipo de lectura moralizante, el cineasta aboga por la elección del robo para dar a sus personajes un motivo para seguir sonriendo cada mañana. Para tal fin, su fiel escudero, el guionista Paul Laverty, ha creado una trama afable pero que no elude la crudeza empleada por una escala social vapuleada y vapuleadora y un cuidado perfil de personajes tan pintorescos como entrañables. Con estos mimbres, resulta casi imposible que el robo no salga perfecto…