Marcelo Bielsa salvó un buen tramo del primer tiempo que protagonizó su equipo en Anoeta, pero reconoció que el equipo echó el trabajo por la borda en un pésimo arranque de la reanudación, que acabó con la posibilidad de recibir un espaldarazo en una cita que los bilbainos habían marcado en rojo.

«Lo que somos como equipo es lo que demostramos en el primer tiempo -explicó-. Un equipo que intenta recuperar rápido la pelota, que el rival no la posea, con movilidad para atacar y con el deseo de ser profundos y verticales. Ese proyecto funcionó en el primer tiempo en cuanto a la recuperación de la pelota, en cuanto a la organización del ataque, aunque no funcionó en cuanto a transformar el ataque en situaciones de riesgo para el rival y convertir en una proporción estimable». Tiempo hubo de lamentarlo porque en cuanto el Athletic comenzó a dar opciones, su rival las aprovechó. Las esperanzas rojiblancas empezaron a esfumarse en el último tramo del primer tiempo, cuando «perdimos algunas pelotas, que son las que generaron que el rival emparejara un trámite a través de crear situaciones, que a través del juego no había podido». El panorama empeoró definitivamente en la reanudacion. «No manejamos la pelota, no intentamos jugar, por lo cual ya no era que ellos atacaban según las pelotas que perdíamos o por las fallas en el inicio del juego, sino que directamente tuvieron la pelota y a nosotros nos costó quitársela. No solo porque nosotros no intentamos un juego asociado, sino porque tampoco asfixiamos el intento de posesión del rival». Y los bilbainos sin balón «somos peores. Y sin una recuperación constante y ajustada también empeoramos. Esos dos aspectos se acentuaron en el comienzo del segundo tiempo -insistió-. Nos costó unir a nuestros jugadores a través de los pases y el partido cambió de mando y los goles se justificaron por ese manejo de la pelota y del trámite».

Un golpe doroloso, no solo porque después de seis jornadas deja al Athletic con apenas cinco puntos, o porque caer en un derbi suponga echar sal en las heridas, sino, sobre todo, porque el equipo había marcado en rojo la cita, con la ilusión de convertirla en un punto de inflexión similar al de la temporada pasada. En su lugar, los bilbainos dan un paso atrás. «Era una oportunidad muy clara, muy muy clara. Y después del primer tiempo había aumentado la interpretación que habíamos hecho de tomar este partido como una posibilidad de revertir la dinámica que veníamos trayendo y llevarla hacia una situación positiva. Pero en el segundo tiempo se desvanece la recuperación que insinuábamos. Así que retrocedemos, obviamente, no podemos negarlo, y empezaremos de nuevo a elaborar con esfuerzo la reconstrucción que se nos niega hasta el momento», subrayó.

Marcelo Bielsa, por último, admitió que «hay partidos en los que el entrenador se siente más responsable que en otros del trámite». De ahí que a la conclusión del encuentro permaneciera junto al banquillo para saludar a sus jugadores en su retirada a vestuarios. «Cuando uno siente que la responsabilidad que tiene en una derrota es alta, si bien no sirve de nada, acompañar la presencia del derrotado es, o debería ser, una ayuda para el jugador», explicó el entrenador argentino.