Los periódicos de hace diez años daban cuenta de la presentación en sociedad en el Ogeta gasteiztarra de la LEP.M, un organismo surgido tras una áspera guerra de empresas que, cumplidos sus objetivos iniciáticos, se ha quedado algo vacío de contenidos y sin ninguna cara visible, ni siquiera una página web, en su décimo aniversario.

El nacimiento de Aspe, con los problemas de televisión y publicidad de ahí derivados y sus luchas con Asegarce por estos motivos pusieron a la pelota en un complicado atolladero. Superado un periodo crítico de demandas judiciales, campeonatos paralelos y todo tipo de complicaciones, la LEP.M o Liga de Empresas de pelota a Mano fue la obra de ingeniería legal que surgió para ejercer de árbitro en los conflictos que pudieran surgir entre las dos empresas, que habían conseguido juntar sus caminos.

Diez años después, negarle importantes logros a esta entidad carecería de justicia. En esta década la pelota ha dado pasos importantes: se ha estabilizado un calendario más o menos fijo para todo el año, campeonatos como el Parejas o el Cuatro y Medio han adquirido una transcendencia de la que antes carecían y, sobre todo, las empresas quedaron constituidas en el régimen general, con la seguridad social, sueldos y demás metidos dentro de esta legislación.

La decisión de reducir a uno solo los saques en los campeonatos organizados por la LEP.M, algo que no siempre sucede en aficionados, puede ser la última medida atribuíble a la Liga. A partir de ahí, surgen una gran cantidad de interrogantes en torno a una entidad prácticamente clandestina.

Sin referentes

Y es que, desde que Julián Arruabarrena abandonara la LEP.M a finales de 2004, no existe un director o un representante que ponga cara a una entidad que tuvo una sede en Zarautz y cuya página web lleva tiempo fuera de servicio. Así, Juan Mari Juaristi, seleccionador de material, y Borja Osés, juez único que firma los comunicados cada vez que toca tomar una decisión importante, son los dos únicos nombres que pueden asociarse hoy por hoy a la LEP.M.

Con Aspe y Asegarce repartiéndose el control de la Liga al 50%, la toma de decisiones queda completamente en manos de sus dirigentes, lo que limita muy mucho la capacidad de actuación de este organismo.

De entre las muchas polémicas surgidas, una vez que la presión social les hizo cambiar en el caso de Xala en el Manomanista de 2011, la no concesión del aplazamiento a Abel Barriola para la disputa del Parejas ha quedado como la decisión en la que más gravemente ha sido perjudicada una empresa, pero tampoco dio la impresión de que Aspe estuviera demasiado interesada en que así fuera.

Con las disputas entre empresas relegadas a dar algo de picante a ciertos festivales, establecer y cumplir un proceder claro con los aplazamientos y respetar los criterios deportivos en los campeonatos son dos buenos retos para una entidad que, adecuada, es necesaria para la credibilidad de este deporte.