Análisis | En el marco de la crisis
Situación del sistema financiero vasco
El análisis defiende que hace ya tiempo que la economía vasca debió de dejar de compararse con la española si se quieren impulsar políticas económicas «serias» y no basadas en «la autosatisfacción de compararse con otros que están peor». La cuestión clave a la hora de enfocar la situación del Sistema Financiero Vasco es, en primer lugar, la necesidad de defender el importante activo que para nuestra economía representa un sistema saneado.
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Apesar de lo afirmado al respecto por algunos medios, el reconocimiento de la salud del sistema financiero vasco -y de KutxaBank en concreto- por el informe Oliver Wyman encargado por el Gobierno español no ha sido ninguna sorpresa. Este informe ha venido a confirmar lo que ya sabíamos: que nuestro sistema financiero es, desde el punto de vista estructural, sensiblemente más sano que el conjunto financiero español. Y este criterio es aplicable, en términos generales, al conjunto de nuestras cajas de ahorros y cooperativas de crédito.
Como dijimos, la situación relativa de nuestro sistema -y de KutxaBank en concreto- es incluso sustancialmente mejor de lo que el informe Oliver Wyman indica. Y ello porque este informe está claramente sesgado a favor de los grandes bancos españoles (Santander, BBVA y, en cierta forma, CaixaBank), al excluir expresamente del análisis los grandes riesgos de estos bancos (riesgos en otros países, deuda pública, renta fija y variable). Un informe mínimamente serio debería haber excluido inmediatamente a estas tres entidades si quería evitar no solo la invalidez de sus conclusiones sino discriminar gravemente a unas entidades sobre otras.
No era necesario un análisis entidad por entidad para saber que nuestro sistema financiero es mucho más sano. Es suficiente con analizar las cifras de endeudamiento globales del sistema bancario español y compararlas con el vasco. O, si se prefiere, comparar la relación entre los saldos totales de Depósitos de clientes y Créditos concedidos en los balances agregados o consolidados. Nos encontramos con ratios del 150% o 160% en la banca española y del 105% o 110% en la vasca. Esto significa que el sistema financiero español se ha endeudado muy por encima de la capacidad de absorción de la economía española y, por lo tanto, los balances deben necesariamente estar desbordados de activos tóxicos. Es inevitable.
No obstante, el que el sistema financiero español en su conjunto esté sensiblemente peor situado no es en ningún caso una razón para dormirse o para caer en la autoalabanza o en la autosatisfacción como, desgraciadamente, últimamente venimos haciendo con cierta frecuencia. Sobre todo porque, siendo uno u otro el contexto institucional, lo cierto es que hace ya tiempo que la economía vasca debe dejar de compararse con la española si se quieren impulsar políticas económicas serias y no basadas permanentemente en la autosatisfacción de compararse con «otros que están peor».
Nuestro sistema financiero está estructuralmente mejor situado porque se endeudó sensiblemente menos en el periodo anterior a la crisis y porque la economía vasca está estructuralmente mejor situada -también, por supuesto, por no haber incurrido en inversiones especulativas como han hecho prácticamente todos los grandes bancos-. La cuestión clave a la hora de enfocar la situación del sistema financiero vasco es, en primer lugar, la necesidad de defender el importante activo que para nuestra economía representa tener un sistema financiero saneado.
Pero, sorprendentemente, hay quien, en lugar de sacar las conclusiones lógicas de esta evolución, intenta precisamente ahora impulsar que nuestras entidades financieras olviden su tradicional prudencia y se embarquen en aventuras en el sector financiero español, que son lo último que nuestras cajas y bancos necesitan en este momento. En un medio de comunicación, se preguntaba este sábado al presidente de KutxaBank: «¿Y ahora qué? ¿toca crecer? ¿habrá compras o fusiones?»
El que se intente relacionar tan directamente la situación saneada de una entidad con una inmediata estrategia de crecimiento a través de compras o fusiones revela probablemente un grave desconocimiento de lo que es el sistema financiero y, probablemente, un grave desconocimiento de lo que es la economía.
Si KutxaBank y el Sistema Financiero Vasco son sólidos es precisamente por no haber hecho disparates como los que al parecer planteaba este medio de comunicación -o, al menos, no haberlos hecho hasta el 2010-. Por haberse mantenido pegados a la economía real, por ser conscientes de que la economía financiera es sólo un instrumento para nuestras empresas, nuestras familias y nuestra sociedad.
Que nuestras entidades financieras se plantearan ahora emprender operaciones estratégicas de riesgo en el mercado bancario español sería absurdo. Si KutxaBank tiene capacidad de arriesgar, debe hacerlo en nuestro tejido productivo. Nuestras empresas -incluso las que están en buena situación productiva y comercial- están sufriendo gravemente por la escasez de crédito. Atender estas demandas es la finalidad fundacional de nuestras cajas de ahorros y la estrategia necesaria para defender el futuro de las propias entidades financieras.
Por lo tanto, cara al futuro inmediato, tres criterios claros deben guiar, en nuestra opinión, nuestras políticas en relación con el sistema financiero vasco:
A. Hay que blindar nuestro sistema financiero para proteger el patrimonio económico y productivo acumulado a través de las cajas de ahorros y las cooperativas de crédito durante generaciones. Hay que blindar nuestros bancos y cajas ante el tsunami financiero que amenaza con arrasar los núcleos de economía real que -como sucede con el tejido productivo vasco- se están defendiendo como pueden ante las amenazas del entorno.
B. Hay que blindarlo también nuestro desde el punto de vista institucional, para evitar el grave riesgo de pérdida de control que planea sobre una de estas entidades.
C. Volquemos la gestión de nuestros bancos y cajas hacia donde, ahora más que nunca, estas entidades tienen que orientarse: hacia nuestro tejido productivo. Y tanto desde la perspectiva de los riesgos como -muy importante- desde la perspectiva de la dedicación y esfuerzo de los equipos directivos de las entidades de crédito.