Los ministros de Defensa de la OTAN y de sus aliados en la invasión y ocupación de Afganistán aprobaron ayer en Bruselas la directiva de inicio de la planificación de la nueva misión de «entrenamiento, asesoramiento y asistencia» a las fuerzas de seguridad afganas, que con las autoridades de Kabul acordaron mantener sobre el terreno a partir de 2015, una vez que se ponga fin a la actual misión de combate a finales de 2014.

Lo hicieron con la presión del espectro de la guerra civil y del colapso del régimen tras su salida del país y el traspaso de la seguridad a las fuerzas afganas, a pesar de lo cual los ministros insistieron en la buena marcha de la misión y del proceso de transición, al tiempo que descartaron adelantar el repliegue de sus tropas. «Nuestra estrategia está funcionando y el calendario sigue siendo el mismo» aseguró tras el encuentro Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la Alianza.

Rasmussen reafirmó el «compromiso» de la OTAN con un «Afganistán fuerte, estable y sólido», y confirmó que los miembros de la ISAF han concluido la primera fase de la planificación de la nueva misión que «guiará» a los mandos militares aliados para garantizar que tras el fin de la misión de combate «Afganistán no vuelva a ser un santuario para terroristas». Sin embargo, matizó que su configuración exacta y tamaño está pendiente de decidir y los detalles no se conocerán hasta 2013. Fuentes militares apuntaron que la nueva misión podría contar con entre 10.000 y 20.000 efectivos.

Mientras tanto, aumentan las voces que alertan sobre la amenaza de una nueva guerra civil y el colapso del régimen, que sería barrido por la insurgencia tras la retirada de las tropas de ocupación dados los limitados recursos financieros, humanos y militares del Gobierno de Kabul.

Hace una semana, expertos aseguraban que Afganistán se enfrenta al espectro de una guerra civil más sangrienta que la que siguió a la retirada soviética debido a la fuerte resistencia de los talibanes y al enorme flujo de armas, y el martes un informe del International Crisis Group (ICG) advertía del posible colapso del régimen, algo que la OTAN, la ONU y Kabul descartaron.

Según el informe del ICG, la Policía y el Ejército afganos están «obsoletos e insuficientemente preparados para la transición» de la seguridad. Hace unos días Candance Rondeaux, miembro de este think-tank subrayó que «el colapso del Gobierno es solo cuestión de tiempo. No hay duda, en 2014, 2015, el caos y la violencia reinarán en Kabul».

En otro informe de la Fundación Carnagie por la Paz, Gilles Dorronsoro prevé igualmente la caída del régimen proocidental afgano al asegurar que después de 2014 el apoyo de EEUU a Kabul será «limitado y tras una nueva fase de la guerra civil se producirá una victoria talibán». La retirada de las fuerzas de ocupación «se traducirá automáticamente en un avance talibán», añadió.

Las potencias occidentales, para justificar su calendario de salida, afirman que los afganos serán capaces de garantizar la seguridad a partir de 2014, algo que el ICG cree «totalmente irreal».

Ante las voces de alarma, Karzai acusó a medios de comunicación y analistas occidentales de llevar a cabo una «guerra sicológica» anunciando el apocalipsis y el retorno talibán para influir en los futuros acuerdos sobre el número de bases militares y tropas de EEUU a partir de 2014.

La OTAN, la ONU y el Gobierno da Kabul tacharon el informe del ICG de «no realista» y «absurdo». Kabul confía en el apoyo «sincero» de la comunidad internacional a partir de 2014, compromiso que la ONU reitera mientras la OTAN defendió la capacidad de las fuerzas afganas.

Hamid Elmi, portavoz de la Presidencia afgana, sostuvo que «nuestro país no nació en 2011», cuando la OTAN y sus socios lo invadieron para expulsar del poder a los talibanes y agregó que «sabemos defender nuestro país». pero los talibanes no han podido ser derrotados en los últimos once años pese la presencia militar extranjera.