CRíTICA: «Bel Ami, historia de un seductor»
El gallito del corral
Mikel INSAUSTI
Entiendo que el cine inglés quiera recuperar al joven Robert Pattinson tras su triunfo en Hollywood, pero no todos los actores que salen de Inglaterra tienen que ser necesariamente buenos. Habría que analizar las razones de su éxito, las cuales nos llevan directamente a su actractivo físico. Y, sí, Guy de Maupassant describió al protagonista de su novela «Bel Ami» como a un gran seductor, detalle que no ha pasado desapercibido a los distribuidores a la hora de extender el título original de forma explicativa. Esto se debe a que existe la creencia de que tan indiscutible clásico no es todavía lo suficientemente conocido por el gran público, a pesar de la cantidad de adaptaciones que se han hecho para el cine y la televisión, incluida una erótica.
Pero tal vez no baste con ser guapo para hacer de Georges Duroy, tal como da a indicar que la versión más respetada sea la de 1.947, en la que el maestro Albert Lewin dirigió a George Sanders. Entonces gustaban más los galanes maduros, ya que Sanders tenía 41 años cuando encarnó al personaje, que son quince más de los que tiene ahora Pattinson. Pero la elegancia interpretativa de Sanders sirvió para que nos acordemos de su interpretación, mientras que la belleza superficial de su sucesor no va acompañada de una actuación memorable como aquella. El error de casting proviene de que Pattinson tiene poder para elegir los papeles que considere oportunos, puesto que está respaldado por la industria, también los que requieren un mayor talento dramático del que posee.
La frase clave en «Bel Ami» es la que dice: «Las personas más importantes de París no son los hombres, las personas más importantes de París son sus esposas». Por algo es la historia por antonomasia del arribismo a través de lo que vulgarmente se denomina un braguetazo. Y si hoy en día funciona dentro de la ascensión social, a finales del siglo XIX mucho más. Se supone que ellas (Uma Thurman, Christina Ricci, Kristin Scott Thomas y Hollidy Grainger) tienen que rendirse ante él, pero las cuatro actrices se meriendan al pipiolo.