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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

La tabla de salvación

El cineasta James Cameron es un personaje polémico, al que muchos comentaristas le acusamos de megalómano con frecuencia. Pero también es cierto que los medios le buscan las cosquillas, y que acuden a él a falta de otros temas de interés. De «Titanic» se ha dicho de todo, sin que quince años después de su estreno den por terminado el rastreo de fallos y gazapos.

Un programa de la televisión yanqui ha intentado probar que la escena final de la película está falseada, o que va en contra de la lógica. Para ello han reproducido la tabla en la que el personaje de Kate Winslet se salva del naufragio, mientras el de Leonardo DiCaprio muere ahogado en las aguas heladas. Todo con tal de demostrar que el protagonista masculino se podía haber librado de la muerte también.

Las pruebas fueron concluyentes, y al mismísimo Cameron no le quedó más que admitir que, en efecto, ambos cabían en aquella dichosa tabla, gracias a que la flotabilidad estaba asegurada por el salvavidas que llevaba ella consigo. No fue un problema de guión, puesto que no era concebible tragedia romántica sin el gesto caballeroso de sacrificio consistente en que el héroe cediera su sitio a la dama. Simplemente, tenían que haber utilizado un trozo de madera más pequeño, algo así como un mondadientes.

El debate en cuestión evidencia que la televisión de hoy en día monta controversias de la nada, y las gentes del cine no deberían caer en el juego de entrar en discusiones inútiles, tan estúpidas como carentes de contenido. Lo que cuenta es la emoción que la famosa escena provocó y sigue provocando en el gran público, indicando que se la creen, que la viven en primera persona.