El muy singular caso del escritor que amaba los plagios
Internet ha convertido en todo un fenómeno a Quentin Rowan, un escritor cuya obsesión convulsiva por el plagio ha inspirado todo tipo de teorías relacionadas con la originalidad y la coherencia a la hora de poner al descubierto las líneas creativas que imperan en los tiempos actuales.
Koldo LANDALUZE | DONOSTIA
El muy singular caso protagonizado por el escritor Quentin Rowan adquirió gran relevancia cuando el pasado mes de febrero, el periódico The New Yorker publicó en su sección de cultura una crónica dedicada a este autor que fue acusado de plagio compulsivo.
A raíz de este artículo, internet se convirtió en un hervidero de noticias, testimonios y opiniones relacionados con este caso cuyo punto de origen fue la publicación de la novela de espionaje «Assassin of Secrets» firmada por el citado Rowan. Al poco de salir a las librerías, esta obra recibió infinidad de críticas debido a las múltiples evidencias de plagio que había en sus páginas.
La mecha que prendió este polvorín lleva por nombre Jeremy Duns, un escritor que fue alertado sobre esta situación a través de una denuncia en un foro de fanáticos de James Bond. Un lector señaló que en «Assassin of Secrets» había un fragmento íntegro de «Licence Renewed»de John Gardner. Esto motivó a más gente a revisar la obra de Rowan. El bloguero Edward Champion contabilizó hasta 35 fuentes diferentes; así como pasajes copiados de informes de la Agencia de Seguridad Nacional.
A raíz de este suceso se descubrió que la singularidad principal en la bibliografía de Rwan -no sólo en este libro, sino que también en sus otros trabajos-, es que siempre recurrió al plagio.
En el artículo de The New Yorker, Rowan admite que nunca fue su intención crear un mash-up. Sin embargo, en una parte, la autora Lizzie Widdicombe indica un matiz muy significativo en su caso: «lo peculiar en el caso de Rowan es que él pudo haber obtenido un grado de permiso social simplemente siendo honesto acerca de tomar prestado lo de otros escritores (...) o reclamando que estaba produciendo un trabajo `meta'».
Cuando se le preguntó sobre este caso, la teórica literaria Avital Ronell señaló que Rowan «pudo haber usado un equipo de ensueño de teóricos literarios para salir del problema».