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Fermin Munarriz Periodista

Tres años

Hoy se cumplen tres años exactos de la detención y encarcelamiento de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Sonia Jacinto y Arkaitz Rodríguez; tres años de un escandaloso proceso político-judicial pero también de una concatenación de fracasos que deberían hacer reflexionar a quienes, todavía hoy, se encastillan en fórmulas del pasado.

Si el Estado pretendió neutralizar el debate estratégico de la izquierda abertzale, a la vista está que no lo consiguió. Si era una amenaza o una invitación al desistimiento, la operación policial provocó el efecto contrario y sirvió de estímulo para el proceso de reflexión más participativo y numeroso de los anales del independentismo. Los hechos posteriores no han hecho sino confirmar la vigencia de aquellos análisis.

Por encima de todo, el Gobierno pretendía abortar un estadio de paz que le iba a resultar tremendamente incómodo, pues en el contraste democrático de proyectos de país se saben en desventaja, como lo está demostrando elocuentemente la contienda electoral en la CAV. Los partidos unionistas, en clamorosa minoría, se proclaman «muro de contención» ante las aspiraciones independentistas con un discurso defensivo que combina el catastrofismo con la amenaza. También en eso pierden: cuanta más represión y sinrazón emplean, más deslegitiman su proyecto.

Han pasado tres años en los que se han producido cambios profundos y vertiginosos: los parámetros del conflicto, la implicación internacional, el cese de ETA, la alianza soberanista, la vuelta a la legalidad, la irrupción electoral del independentismo, la reubicación del resto de partidos, la perspectiva de una reparación de las consecuencias e, incluso, la semilla de una nueva cultura política. Son acontecimientos importantes que deben mucho también a los hombres y mujeres de talento que hoy cumplen tres años de injusta condena por intentar poner en marcha una nueva formación política. Hoy Sortu es legal, pero sus inspiradores siguen presos por haberlo concebido.

Gerry Adams lo ha resumido certeramente en una sola frase: «Arnaldo Otegi y sus compañeros se encuentran entre quienes se atrevieron a soñar y proponer nuevas vías pacíficas y democráticas para conseguir la libertad y la independencia del pueblo vasco. Y deben ser liberados».

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