La prensa digital rojigualda informaba en la mañana de ayer del desfile militar presidido por el rey y la reina españoles «marcado por la austeridad» -según «La Razón»-. Una se imagina que ayer a la cabra de la legión le darían la mitad de su ración de comida. «Abc» destacaba que este año no ha habido abucheos, e informaba de que, entre tanto, «la emblemática plaza de Barcelona se llena de los participantes en la concentración antiindependentista convocada por la plataforma De España y catalanes bajo el lema `Cataluña somos todos'».

Pero el periódico que más cobertura daba a esa concentración, incluso por delante del desfile militar, era «Libertad digital», que destacaba que «Miles de catalanes responden al desafío separatista con banderas españolas y catalanas». Comenzaba así la información: «Aún quedan españoles en Cataluña, debió pensar algún separatista que pasara por la plaza de Cataluña de la Ciudad Condal que acoge, desde las 11 de la mañana de este lluvioso día de la Hispanidad, a miles de vecinos de Barcelona. Intelectuales, catedráticos, escritores y políticos quieren gritar hoy alto y claro que `Cataluña somos todos'». Y terminaba así: «Un día gris, el de hoy en Barcelona. Las decenas de personas que llenan ya la Plaza de Cataluña desafían a una lluvia molesta e intermitente que casi no deja de caer desde primera hora de la mañana». Pues eso, miles o decenas de personas.

Debajo de la información, ofrecía la arenga de Santiago Abascal, titulada «Por España, todos a la Plaza de Cataluña». Este también lo tenía claro y, por si acaso, comenzaba así su pieza: «Poco importa si somos unos pocos cientos o muchos miles. No se puede luchar contra la capacidad de movilización de un Régimen». Otro al que solo le gusta un régimen, el que tanta placidez proporcionó a algunos. Y daba sólidos argumentos para asistir al acto, argumentos que el facherío más recalcitrante difícilmente podría rechazar: «Que la convocatoria de movilización coincida con el Día de la Hispanidad, eco en el calendario de nuestra mayor aportación a la historia universal y contraste cruel con la pequeñez provinciana del separatismo, hace más oportuno este llamamiento». Qué horror. Servidora no tiene la menor duda: se queda con la «pequeñez provinciana».