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Análisis | elecciones venezolanas

Balance y consecuencias de la victoria de Hugo Chávez

El autor hace un balance de la victoria de Hugo Chávez en las recientes elecciones presidenciales de Venezuela y valora los resultados obtenidos tanto por la oposición como por Chávez y sus consecuencias, con la mirada fijada en un futuro cercano.

Luismi Uharte Parte Hartuz Ikerketa Taldea

Una vez superados el alto grado de tensión y el intenso clima de conspiración que han rodeado las últimas elecciones presidenciales venezolanas, es el momento de realizar un balance sereno de la jornada electoral, de los resultados y de las probables consecuencias de la reelección de Chávez como presidente del gigante petrolero caribeño.

Balance. En primera instancia, hay que resaltar la fortaleza y credibilidad del sistema electoral venezolano y del Consejo Nacional Electoral (CNE), a pesar de que sectores de la oposición estuvieran tentados en activar un plan desestabilizador basado en denunciar fraude y generar disturbios. Diversos elementos neutralizaron la estrategia de desestabilización: por un lado, el alto nivel de transparencia y fiabilidad del sistema electoral, como reconoció pocos días antes el prestigioso Centro Carter; por otro lado, el papel disuasorio que jugó la Misión Electoral de Unasur, comandada por Carlos Álvarez, que advirtió del poco recorrido que tendría una hipotética denuncia de fraude que no estuviera sustentada en datos serios. A esto hay que sumar la victoria del bolivarianismo por más de 11 puntos.

El alto porcentaje de participación es otro de los aspectos sumamente relevantes. Casi un 81% de la población censada ejerció su derecho al voto, superando la histórica participación del 75% de las presidenciales de 2006. Venezuela se sitúa así como uno de los países del mundo donde mayor movilización electoral se produce, superando los porcentajes de muchos países europeos y por supuesto, muy por encima de regímenes liberales como Estados Unidos o Colombia, donde en ocasiones vota menos de la mitad de la ciudadanía.

A su vez, los más de 8 millones de sufragios obtenidos por Chávez suponen casi el 44% del censo electoral, cifra muy superior a países como Estados Unidos y el Estado Español, donde sus actuales presidentes gobiernan con el apoyo de un 30% del censo. En consecuencia, el apoyo popular con el que partirá el próximo ejecutivo venezolano es francamente sólido.

Es hora también de evaluar la credibilidad de las encuestadoras. Empresas como GIS XXI, Hinterlaces, Consultores 30-11 y el IVAD salen bastante bien paradas, mientras que otras como Varianzas y Consultores 21 vuelven a evidenciar su falta de profesionalidad tras asegurar que Capriles resultaría vencedor. A esto hay que agregar el solemne ridículo que han protagonizado algunos medios de prensa de la derecha española, que el mismo día de las elecciones presentaban encuestas a pie de urna que otorgaban la victoria a Capriles por más de 4 puntos. Volvían a confundir deseos con realidad.

Respecto a los resultados obtenidos por el movimiento bolivariano, el balance difiere en función de los parámetros de evaluación, pero siempre teniendo claro que la victoria ha sido holgada pero de ninguna manera contundente. Si la referencia son los comicios presidenciales, es evidente que se ha producido un retroceso sustancial, ya que en el año 2006 Chávez arrasó con más de 25 puntos de diferencia y con 3 millones de votos de ventaja (7.300.000 frente a 4.300.000). Seis años después, la diferencia se reduce a 11 puntos y a millón y medio de sufragios (8 millones contra 6 millones y medio). La derecha aumenta en más de 2 millones de electores mientras el bolivarianismo incrementa su apoyo en poco más de 800.000 votos, teniendo como referencia que en estos años el censo electoral aumento en casi 3 millones de personas.

Pero si el marco de comparación son las diferentes elecciones que se han producido desde el 2007 en adelante (año de la derrota en el referéndum constitucional), los resultados son bastantes satisfactorios. En las parlamentarias de 2010 se produjo un empate técnico, mientras que ahora, el chavismo obtuvo un 11% más de sufragios. Tras 14 años de Gobierno, es obvio que se ha producido un desgaste, pero paralelamente, es significativo que un movimiento político siga gobernando tras tanto tiempo y con un margen de apoyo notablemente amplio, cosa que ocurre en pocos lugares del mundo.

Consecuencias. La primera consecuencia evidente de la victoria bolivariana es que se bloquea el regreso de la derecha al Poder Ejecutivo y por tanto, de sus planes, que fundamentalmente son dos: la reinstauración del neoliberalismo y la revancha represiva. Indudablemente, el factor «miedo» ha tenido un efecto movilizador importante para impedir que la oposición impusiera su esperado paquete de recortes sociales y de mano dura.

El triunfo permite que el proceso bolivariano sobreviva y sobre todo que la confrontación ideológica al interior del chavismo continúe, tras la unidad táctica impuesta por las elecciones. La consigna «ni capital ni burocratismo» del movimiento popular guiará la confrontación que los sectores más a la izquierda están llevando frente a la derecha endógena incrustada en el PSUV y en el Gobierno, que tratará de mantener sus privilegios y sus negocios.

En términos geopolíticos, la reelección de Chávez tiene una trascendencia estratégica, ya que Venezuela es junto a Brasil el pilar fundamental de la dinámica de integración latinoamericana. Esto significa más Unasur, más Mercosur (ahora), más CELAC y más Telesur y por tanto, menos Washington, menos Tratados de Libre Comercio y menos OEA.

Oportunidades. A pesar de la victoria, la sensación generalizada en los sectores más críticos y conscientes es que está puede ser una de las últimas oportunidades que el pueblo venezolano le dé al Gobierno para que profundice en el proceso de cambio.

Sin embargo, existe el riesgo de que el liderazgo bolivariano realice una lectura errónea del actual momento político y se someta a las fuertes presiones de la boliburguesía y de la elite burocrática, que aspiran a un pacto oculto con la derecha que modere el proceso.

Las lecturas más agudas, por el contrario, indican que la supervivencia de la Revolución Bolivariana depende de otras variables, como la redefinición radical del actual Estado hiper-burocrático e ineficaz. Eficiencia, eficiencia y más eficiencia en la gestión de las políticas públicas es un vector fundamental (no basta con estatizar); y lucha firme contra la corrupción y penalización real para los usurpadores de dinero público frente al actual alto grado de impunidad.

A pesar de todo, Venezuela sigue dando ejemplo de soberanía nacional y justicia social en esta segunda década del siglo XXI, en la que las viejas recetas que la hundieron en los 90 están ahora devastando otras regiones del mundo como Europa.

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