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Crónica | Concentración ultra en Bilbo

La Ertzaintza despeja Jardines de Albia para que se exalte el fascismo español

Gracias al plácet de la Junta Electoral y bajo la supervisión de la Ertzaintza, el centro de Bilbo permaneció horas paralizado para que un centenar de ultras venidos de Madrid participasen en un acto de exaltación del fascismo español y el empleo de la violencia.

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Agustín GOIKOETXEA

Un impresionante despliegue de la Ertzaintza, que se empleó a fondo para eliminar cualquier tipo de protesta ciudadana, y un acto político de exaltación del fascismo en su estado más puro, en el que tan solo participaron un centenar de ultras, es el resultado del permiso otorgado a La Falange, Nudo Patriota Español, Vieja Escuela Madrid y Alianza Nacional, y que había sido cuestionado por diferentes fuerzas políticas y sociales.

Las calles del centro estuvieron algo más de cuatro horas vigiladas por un férreo operativo policial, que impidió cualquier tipo de concentración en Jardines de Albia y sus aledaños para que los ultraderechistas campasen a sus anchas, y que reprimió con dureza las muestras de rechazo a las apologéticas proclamas antidemocráticas. Hasta 14 personas fueron arrestadas al tratar de manifestarse contra la concentración mientras tan solo se detuvo a uno de los ocupantes de uno de los tres autobuses que se desplazaron desde Madrid, a pesar de que fueron más los que viajaban en él que se enfrentaron con los miembros de la Brigada Móvil.

Luego, el Departamento de Interior informó de que se les habían requisado 26 bates y puños americanos, además de imputar a los ocupantes del autobús conflictivo por portar armas prohibidas, por desórdenes públicos y por desobediencia a la autoridad.

Mucho antes del mediodía, hora prevista para la reunión antifascista en Jardines de Albia, en el entorno se desplegaron ertzainas con material antidisturbios, que impedían el paso a cualquier persona de la que sospecharan que era antifascista. Así, sobre las 13.00, en la confluencia de Berastegi con Gran Vía, se reunía un millar de personas, que comenzaron a corear consignas como ``zuek faxistak zarete terroristak'', ``independentzia'' o ``utzi pakean alde hemendik'' antes de comenzar a lanzar piedras, botellas y bengalas contra el retén policial ubicado a la altura de Ledesma.

A partir de ahí, comenzaron los saltos, cargas y carreras por Gran Vía, Hurtado Amezaga, Navarra y calles aledañas, hasta El Arenal, que eran patrulladas a gran velocidad por las numerosas dotaciones de la Ertzaintza. Empezaron también a registrarse las primeras detenciones, muchas de ellas a cargo del gran número de polícias de paisano infiltrados entre los manifestantes, mientras no dejaba de oírse el ulular de las sirenas y los reproches ciudadanos por la protección que los agentes dispensaban a los ultras.

Retenidos en el peaje de Areta

En torno a las 13.30, hora prevista para la llegada del convoy fascista, la expectación era máxima entre carreras y pelotazos. Al operativo se sumó entonces la Policía Municipal, que se dedicó a cortar el tráfico en los aledaños del lugar previsto para la concentración, a la vez que los mandos de la Ertzaintza anunciaban a los numerosos periodistas que los visitantes aún tardarían, y es que los tres autobuses fueron retenidos en un control en el peaje de la autopista AP-68 en Areta.

Finalmente, sobre las 14.20, se cortaba el tráfico en su totalidad y los beltzas ocupaban Jardines de Albia para recibir a los fascistas mientras se mantenía el perímetro que impedía, especialmente a los jóvenes, acercarse; que se tuvieron que conformar con ondear ikurriñas, corear consignas en favor de la independencia y cantar el popular ``¡Qué se vayan!''. Tal y como había sucedido en Areta, los ocupantes del tercer vehículo del convoy comenzaron a provocar incidentes con los integrantes de la Brigada Móvil nada más abrirse la puerta del autobús, pues se negaban a que fueron grabados y fotografiados por los numerosos medios de comunicación presentes. En los forjeceos, vaciaron extintores contra los agentes pero solo consiguieron perderse el acto político para el que se habían desplazado desde Madrid y que fueran cacheados e identificados, mientras sus compañeros de expedición desplegaban banderas con el yugo y las flechas, rojigualdas con y sin el emblema franquista y otras enseñas falangistas.

Nada más pisar el céntrico parque, comenzaron a corear ``Vascongadas es España'', ``euskal presoak cámara de gas'' mientras decían a gritos que la bandera con el arrano beltza es la enseña de Vasconia y desplegaban una pancarta con el lema ``Ilegalización partidos separatistas''. Para entonces, a los visitantes -algunos ataviados con la camisa azul y otros con estética neonazi- se les unieron algún que otro fascista autóctono y desde aceras y viviendas comenzaron a oírse los primeros insultos ante las provocaciones.

Los portavoces de los diferentes colectivos convocantes intervinieron para ensalzar la patria española y los valores fascistas, arremetiendo contra los abertzales, en su argot «separatistas», a los que tacharon de traidores, como también calificaron al PP y al PSOE «por no garantizar la soberanía de España». Hasta tal punto llegaron los discursos, que dijeron que existen españoles dispuestos «a usar todas las armas a nuestro alcance contra los que quieran acabar contra la sagrada unidad de España», una apología de la violencia rubricada por el canto del ``Cara al Sol''.

 

«GORA ESPAÑA ASKATUTA»

Tras ensalzar a vascos como Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, así como soldados y conquistadores que «hicieron grande a España», arremetieron contra el euskara para menospreciarlo, aunque llegaron a gritar «gora España askatuta».

TERROR DE LOS TURISTAS

Fueron muchos los grupos de turistas que huyeron al presenciar la llegada de los fascistas españoles, que no tuvieron ningún rubor al hacer apología del empleo de la violencia contra sus oponentes políticos cuando tengan alguna oportunidad.

«LIBERTAD DE EXPRESIÓN»

Después de proclamar que hay españoles «dispuestos a usar todas las armas a nuestro alcance contra los que quieran acabar con la sagrada unidad de España» y manifestar que «vencimos y venceremos», se quejaron de falta de «libertad de expresión».

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