Ilegales fue una de las bandas fundamentales de los ochenta y noventa. El carácter, la guitarra, las composiciones y el brillo de Jorge Martínez conquistaron un mercado alternativo que fue ampliando sus límites a fuerza de canciones tan populares como «Soy un macarra», «Princesa equivocada», «Europa ha muerto», «Revuelta juvenil en Mongolia», «Yo soy quien espía los juegos de los niños», «Tiempos nuevos, tiempos salvajes» y álbumes como «Ilegales», «Agotados de esperar el fin» o «Todos están muertos». Nunca fue a la moda, nunca perteneció a la «movida» y caminó con orgullo y altivez por todos los caminos y salas de Iberia. Con más de treinta años de actividad, Jorge Martínez, Jorge Ilegal, presenta hoy «El guateque del hombre lobo» en la sala Azkena de Bilbo. Habrá puesto de venta de material «Ilegal» gracias a Asier Menzibal y su singular sello Ttan Ttakun, donde edita perlas del artista asturiano en vinilo.

¿Cómo se pasa de la juventud a la madurez en e l rock and roll?

He sido adulto desde los diecisiete años, he asumido peligros y responsabilidades desde entonces. Esto es sólo una continuación, nunca he estado enamorado de la moda juvenil ni esas cosas. La música juvenil es un pastelazo, desde siempre me ha gustado el rock adulto. Es necesario desprenderse de ciertas vergüenzas cuanto antes y definitivamente. Desde el senado romano las mayores procacidades más o menos inteligentes han salido de las bocas de los mayores. 

Hace treinta años usted cantaba «Tiempos duros, tiempos salvajes. Toma una arma, eso te salvará. Levántate y lucha, esta es tu pelea, levántate y lucha, no voy a luchar por ti». Parece que la situación no ha cambiado en exceso.

Recuerdo bien toda esa época a pesar de lo bebido y vivido. Las canciones de Ilegales suenan totalmente actuales y frescas hoy. El mundo no ha cambiado tanto desde entonces, solo ha dado unas cuantas vueltas más alrededor del sol marcando una circunferencia ligeramente excéntrica. La naturaleza humana sigue siendo la misma. Sigo creyendo en el mismo discurso «Levántate y lucha, esta es tu pelea».

Dentro de esa gran colección de guitarras que posee, ¿cuáles son las más queridas?

Rara vez vendo una guitarra y tengo que reconocer que he acumulado  demasiadas. Algunas las tengo repetidas, pero en distinto color. Probablemente lo pasé tan mal para conseguir mi primera guitarra que ahora me cuesta desprenderme de ellas. Cada modelo tiene un sonido y un tacto que lo hace diferente. A veces necesito una Slingerland de 1933 y en otros momentos me vuelvo loco por una Fender Stratocaster Elite de 1983. Si busco un sonido tengo que encontrar la herramienta adecuada; me lo debo tanto a mí mismo como al público y a la mismísima música.

¿Qué secretos guarda una guitarra?

Aunque cada guitarra es un mundo, hay que conocer muy bien sus ajustes. No todos los acordes, efectos y sonidos van bien en cualquier modelo de guitarra. El error más frecuente es introducir más adornos de los que admite la canción. El secreto es tocar la secuencia de notas que mejor suenen juntas y desechar todas las demás. El exhibicionismo es enemigo directo de la calidad musical. Las acrobacias en el circo.