CRíTICA: «La pequeña Venecia»
El Spritz no lo trajo Marco Polo de China
Mikel INSAUSTI
Cuando Shun Li empieza a trabajar en la taberna de Chioggia solo hay una palabra que se le resiste, y eso que los chinos aprenden rápido. No acierta a pronunciar Spritz y su jefe le recomienda que se limite a servirlo cada vez que se lo pidan, sin intentar repetir el nombre del mejor aperitivo del mundo, al menos para este crítico de cine que se va hasta el bar donostiarra Malandrino para disfrutar de un Spritz Aperol bien preparado. Cito la bebida porque tiene un color transparente indescriptible y muy moderno, junto con un sabor amargo más tradicional que la hace tan rotunda como refrescante. ¿Acaso no son esas las raras cualidades del primer maravilloso largometraje de ficción realizado por Andrea Segre con el título original de «Io sono Li»?
En 1967, Marco Belloccio tituló su segundo largometraje «La Cina è vicina», que quiere decir «China está cerca», pero en italiano suena mucho mejor. No debía estarlo tanto, porque ni los viajes de Marco Polo, ocho siglos antes, han servido para evitar que existan problemas con los inmigrantes chinos que llegan a Italia en la actualidad, igual que ocurre en otras partes del viejo continente. Lo triste es que ninguno de los descendientes del famoso viajero veneciano es capaz de comprender a la recién llegada Shun Li, quien únicamente consigue conectar con otro inmigrante, un viejo pescador de origen balcánico que lleva ya treinta años viviendo en el pequeño puerto de Chioggia.
¿Por qué se entienden tan bien la joven china y el viejo Bepi? El padre y los antepasados de ella también eran pescadores, además de que él es aficionado a hacer rimas y los parroquianos del bar Paradiso le apodan «el poeta». No obstante, como Andrea Segre viene del documental prefiere encontrar la poesía en las imágenes tomadas directamente de la realidad, y no tanto en el recitado de viva voz. Mediante el recuerdo constante de la fiesta acuática de las velas al poeta chino Qu Yuan desarrolla el simbolismo del fuego sobre la superficie del mar en calma, de fuerte y bellísimo impacto visual.