Sr. ministro de Interior, ¿Cómo no reaccionar ante las declaraciones que usted hace en el exterior del territorio? ¿Cómo no recordar a su memoria algunos elementos objetivos que manifiestamente han escapado a su vigilancia en la entrevista a un diario español?

El primero de todos concierne a la República, una e indivisible. Sobre este punto, todos nosotros estamos de acuerdo. Somos electos de la República. Hemos sido elegidos por sufragio universal directo o indirecto para representar a los franceses.

Ciertamente el sentimiento de pertenencia a una cultura específica, a un País y, sin ninguna duda, a un Departamento (aunque el efecto de una moda tiende a considerar, por inútil, la eliminación de este nivel administrativo a pesar de su popularidad), ha llevado a algunos a darnos particularmente su confianza a través de su sufragio. No traicionaremos este impulso.

Usted ha declarado que «no habrá una estructura administrativa vasca en la próxima ley de descentralización, no queremos abrir ese debate». ¿Conoce usted en detalle el contenido de una ley que emana de otro Ministerio antes de que haya sido inscrito en el orden del día del Consejo de Ministros? ¿Está usted tan seguro de lo que saldrá del examen de este proyecto de ley antes de que ni siquiera el Parlamento se haya pronunciado? Ese «nosotros», que no queremos abrir el debate, ¿es realmente colectivo? ¿Y a quién designa?

Las cosas están claras en su mente: «En tanto que ETA no entregue las armas, nos mantendremos inflexibles».

¡Ahí vamos!

Señor Ministro, ETA no es el País Vasco. ETA no es la representación nacional. ETA no es el legislador que debe examinar el proyecto de ley de Descentralización presentado por la señora ministra Lebranchu. ETA no tiene autoridad para negociar las modalidades de creación de una colectividad territorial o de un Departamento con las instancias de la República. No es a ETA a quien hay que dirigirse en esa materia. Es a los electos de la República a quienes corresponde esa tarea.

Es su responsabilidad garantizar la continuidad del Estado en la seguridad civil interior y en la lucha contra el terrorismo. En este sentido, no hace falta decir que el depósito y la restitución de las armas y el desmantelamiento de las redes terroristas activas o durmientes son una prioridad. Nadie mostrará su disconformidad con ello.

Con todo, estas exigencias no deben llevar a la amalgama entre los electos de la nación que son sus interlocutores en el seno de la República, los ciudadanos franceses del País Vasco, y ETA, a la que peligrosamente equipara con Al Qaeda y con Mohamed Merah en una entrevista concedida a un diario extranjero.

¿Hace falta recordarle que la Conferencia de paz de Aiete llamaba al cese de la lucha armada hace ahora un año?

¿Hace falta recordarle los nombres de los firmantes: Kofi Annan, Gros Harlem Bruntland, Berthie Ahern, Pierre Joxe, Gerry Adams, Jonathan Powell...?

¿Cómo no ver que la pacificación ha abierto un espacio de diálogo republicano inédito y aseverar que «jamás aquellos que optaron por la lucha armada podrán sentarse en la mesa de la República»?

¿Quién pretende lo contrario? ¿Quién lo desea?

¡Qué extraña concepción del respeto republicano! Francia ha pagado suficiente los costos de esas prácticas emocionales, vanas y contraproductivas.

Nosotros, electos socialistas de la República, electos de Pirineos Atlánticos, Departamento bi orgánico, nosotros electos de la mayoría, y en el caso de varios, miembros del Consejo de Electos, le invitamos a descubrir las realidades de nuestro territorio, a venir para tomar la medida de sus declaraciones delante de nuestros conciudadanos, en el País Vasco francés, a este lado de la frontera. Le invitamos a sentarse en nuestra mesa, cordial, socialista y republicana para tomar parte en este debate.

(*) Firman también este artículo colectivo los electos del PS Frantxua Maitia (vicepresidente regional), Kotte Ecenarro (vicepresidente del Consejo General), Christophe Martin y Marie Christine Aragon (consejeros generales) y Mathieu Bergé (consejero regional).

(Traducción:GARA)