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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Seguimos esperando a un equipo cuyo reloj se detuvo en aquella triste noche rumana

 

Beñat ZARRABEITIA Periodista y socio del Athletic

El prestigioso diario inglés ``The Guardian'' se hacía eco el lunes de la crisis por la que atraviesa el Athletic. Es complicado de entender que un equipo que asombró al mundo hace unos meses, en cuya plantilla permanecen la inmensa mayoría de los actores de aquella brillante obra y reforzada por un futbolista como Aduriz, sea incapaz de levantar el vuelo. En ocasiones es un juego marcado por la ausencia de ideas -especialmente cuando no está Herrera- y en otras la falta de fortuna la que termina por lastrar a los leones.

Desde fuera de un vestuario profanado por la filtración, seguramente la madre de todas las filtraciones, da la impresión de que el tiempo se detuvo en Bucarest.

Esa tarde de ilusión y esperanza, entremezclada con el colapso circulatorio de la capital rumana, el reloj que marcaba la cita con la inmortalidad se paró. Las piernas se tensaron, el cerebro se aceleró y la ansiedad inundó todas las acciones. La tristeza por la oportunidad desperdiciada y la plena consciencia de la dificultad de repetir una ocasión así envolvieron el entorno de frustración. Una sensación de la que no se han desprendido ni Bielsa ni los futbolistas. Es más, todo lo acontecido en verano y el mal inicio de temporada no ha hecho más que alimentar dicha ansiedad.

El Athletic vive un curso complicado y especial. Es el primero tras perder dos finales a las que se accedió de manera brillante y sucumbió sin paliativos y el último en San Mamés. Marcado además por la marcha de Javi Martínez, la decisión de Llorente de no renovar y a expensas de la decisión definitiva de Amorebieta. No son buenas señales y se está notando en exceso sobre el césped.

Es evidente que determinados intereses externos, así como distorsiones internas, no ayudan. Sin embargo, ningún otro equipo de Primera tiene los mismos argumentos que el Athletic. Y eso es a lo que se tiene que aferrar el conjunto rojiblanco en estos momentos de zozobra. No hay equipo en la Liga y son pocos en Europa los que cuentan con un vínculo tan fuerte como el que une a los leones con su afición y su sociedad en general.

Es el momento de sumar voluntades, remar todos juntos y confiar en el equipo. El Athletic está lejos de donde debería por potencial, pero no se debe olvidar que se trata de una carrera de fondo.

Los mimbres son solventes, pero quizá tampoco haya que desdeñar la posibilidad de sumar nuevos activos deportivos dotados, además, de piernas y mentes oxigenadas durante el mercado de invierno.

La madrugada del pasado domingo el común de los mortales procedió al obligatorio cambio horario, así que es tiempo de que el Athletic, nuestro Athletic, se mire al espejo, vuelva a verse como un equipo capaz de vencer a cualquiera, se despoje de la tristeza, rabia y ansiedad que arrastra desde una desgraciada noche en Bucarest y ponga en hora su reloj.

Toda su afición le está esperando.

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