Se nos ha ido Chema Cornago, con toda la discreción que le confería su bonhomía ribera. De Tudela, nada menos. Toda la vida de docente y de director de las residencias de la Universidad Laboral, hoy Complejo Educativo de Eibar, y conocido y reconocido por muchos de la comunidad teatral, como una de las patas que han sostenido Las Jornadas Teatrales. La parte más pragmática, junto a su compañero de aventuras teatrales Juan Ortega. Eran los dos, en el pequeño mundo de estas esplendorosas Jornadas, lo que siempre se ha reivindicado en la gestión de espacios, festivales o eventos teatrales, una parte técnica, administrativa, financiera y una parte artística.

Chema era la parte del orden presupuestario, el conseguidor de ayudas y subvenciones, el que procuraba que todas las compañías tuvieran lugar donde dormir, donde comer, y muy especialmente, cobrar al acabar la función. Un milagro en estos tiempos.

Ese hombretón risueño, cantarín, muy recto en su función institucional, trabajador incansable, se nos ha ido, sin avisar. Es decir nos ha dejado sin su compañía siempre alentadora, positiva, en todos los días de las Jornadas. Su disponibilidad para atender a los participantes y los invitados le hacían imprescindible.

Su mujer, sus hijos, se han quedado sin su cariño. Los amigos lejanos, los que nos juntábamos cada año unos cuantos días, unas cuantas noches a contarnos nuestras vidas, a discutir de política, de teatro o de toros, nos quedamos un poco más solos. Esperemos que las Jornadas sigan y asistiremos como siempre, lo único que lo echaremos a faltar, sobre todo Juan. Se dejaba querer tanto que nos sentimos muy tocados.