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¿Merece la pena tener un equipo de alto nivel en Euskadi?

J.C. ELORZA Periodista

La pregunta no es mía, se la hizo Patxi Mutiloa -director de Deportes en funciones del Gobierno de Lakua- en el acto de ayer. Y en lugar de «alto nivel» dijo «altísimo nivel» -el superlativo excede el espacio para el titular-, refiriéndose explícitamente al Bera Bera de balonmano.

Mutiloa subrayó varias veces la importancia de apoyar el deporte femenino, y aludió a la situación económica ligándola a los destrozos que ha causado en el deporte... Aunque cabría añadir que no en todos los deportes, pues el fútbol-espectáculo sigue comportándose como un muerto que goza de muy buena salud.

El caso es que Mutiloa y los suyos se van, y es buen momento para exponer sus buenas intenciones. Otros lo hicieron antes, y me temo que también lo harán los siguientes, y seguirán poniéndose parches sobre la marcha (y benditos parches para clubes como Bera Bera, al que unos pocos euros le permiten hacer frente a la temporada). Pero, ¿no sería hora de valorar decisiones estratégicas, o de buscar vías de solución con «visión de país» para el deporte que no es fútbol?

En los recientes Juegos Olímpicos de Londres participaron 31 deportistas vascos, 20 hombres y 11 mujeres -5 de ellos futbolistas instalados en la élite económica y otros 26 de diferentes niveles económicos, pero que viven en otra galaxia diferente al fútbol-. Seis lograron medalla -todas ellas mujeres-, y dos más diploma olímpico, junto a cuatro hombres. Un balance para sentirnos orgullosos.

Ojalá hubiera soluciones sencillas para que todos los deportistas de altísimo nivel de este pequeño país pudieran entrenarse, competir y poder vivir de ello en unas condiciones dignas. En definitiva, como también decía Mutiloa, «el deporte profesional es una referencia». No decía para quién o para qué, pero me atrevería a completar la frase con lo que pienso yo: una referencia en el plano educativo para niños y jóvenes, en un país que todavía está muy lejos de disponer de una buena educación físico-deportiva, elemento básico para poder desarrollar una buena salud -y entonces podríamos empezar a hablar de sus implicaciones económicas, por ejemplo en el sistema sanitario: ¿les suena la cantinela de «vida saludable»?-; y una referencia en el plano deportivo y social, como lo son los clubes de fútbol, como lo han sido nuestros deportistas olímpicos, como lo es ahora Bera Bera.

¿Y quién paga la factura? Posiblemente a medias. Quienes ocupan las instituciones deberían decidir -mejor entre todos, para que no dependa de lo que piensa cada uno cuando le toca- qué modelo quieren fomentar y luego apoyarlo todo lo posible. Y por otro lado las personas, la gente, «el pueblo». Lo que ya sabemos es que casi todos los varones están dispuestos a pagar -a veces un dineral- por el fútbol, sea en directo o «pay per view», y que poquísimos de ellos están dispuestos a pagar por ver otros deportes, y menos femeninos. Y cada vez más mujeres se suben a ese carro. El deporte femenino necesita identificar su mercado potencial y trabajar para intentar atraerlo a sus competiciones. ¿Se podría empezar por dirigirse a las propias mujeres para que apoyen activamente a las deportistas?

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