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Apenas quedan alarmas que saltar

El paro vuelve a azotar con fuerza a Euskal Herria, un país que va de récord en récord desde que estalló la crisis. Según los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el número de parados en Hego Euskal Herria aumentó en 5.255 personas durante el mes de octubre, con lo que el número total se eleva a 219.071. La tasa sobre la población activa se eleva así al 16,49%, con un incremento interanual de un 17%. Estas cifras reflejan una doble verdad: como fenómeno, el paro es incontenible, y lejos de ser un problema transitorio o cíclico, se presenta como un problema estructural de la economía vasca. Una economía que desde hace tiempo detecta una desagradable realidad: su incapacidad para crear empleo. Y con ello constata el fracaso general de la política económica imperante y, específicamente, de las acciones políticas orientadas a la creación del mismo.

La práctica totalidad de los gobernantes de este país llegaron al poder cabalgando sobre una promesa electoral: «lo primero, crear empleo». Quizá resulte excesivo acusarlos, al calor de los terribles datos, de quedarse parados ante el paro, pero de las acciones de gobierno desplegadas hasta el momento no se deduce que hayan encarado el problema con la actitud apremiante que dieron a entender. El desempleo sigue extendiéndose y, como en todo barco que se hunde, las primeras atenciones se han centrado en tapar los agujeros visibles. Las perforaciones múltiples que no se han querido ver comienzan a ser vistas ahora, de forma tardía, a medida que se hunde el barco. Conviene comprender, asimismo, que se agotaron los esfuerzos para cubrir los primeros agujeros. Ha llegado la hora de dejar la política del parche y cuestionar la corriente económica dominante que deja variables como el empleo o el crecimiento a los dictados del mercado.

El paro es el problema central de la economía vasca. Crear empleo implica desechar las políticas fallidas y hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

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