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Las FARC y el Gobierno hablan en Cuba mientras siguen los combates

Las FARC y el Gobierno colombiano tienen previsto seguir hoy con el diálogo en La Habana, mientras las armas no callan en Colombia, con medio centenar de guerrilleros y seis uniformados fallecidos desde el establecimiento de la mesa en Oslo. Ambas partes deben reunirse para preparar el encuentro formal programado para el próximo día 15, en el que empezarán a abordar la cuestión agraria. Se trata del primer punto de la agenda y eje del conflicto armado.

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GARA | BOGOTÁ

El Gobierno colombiano y las FARC volverán a sentarse previsiblemente hoy en La Habana para preparar la reunión del próximo día 15 en la que empezarán a abordar el primer punto de la agenda para la terminación del conflicto, acordada el 26 de agosto en la capital cubana. Ese primer y fundamental punto hace referencia al problema agrario, eje del conflicto armado y político y uno de los principales puntos de discusión, tal y como quedó reflejado en la constitución formal de la mesa de diálogo el 18 de octubre en Oslo. En aquella comparecencia, el jefe del equipo negociador del Ejecutivo, Humberto de la Calle, y el de las FARC, Iván Márquez, expusieron sus particulares interpretaciones de la agenda y, en concreto, de su prólogo.

De la Calle reprochó a la guerrilla que no se ciñera literalmente al contenido de la agenda, lo que hizo correr ríos de tinta. En respuesta a esas críticas, la delegación de las FARC aseguró que todas las cuestiones que plantearon en Oslo están recogidas en el prólogo de la agenda. En un comunicado fechado la semana pasada, reiteró que no tienen «ni agendas ocultas ni paralelas».

Esta segunda fase se enfrenta, por tanto, a las visiones radicalmente opuestas de ambas partes para encarar el desarrollo económico y social del país y, sobre todo, al recrudecimiento de los combates. Desde el establecimiento público de la mesa en Oslo, han muerto medio centenar de guerrilleros y a diario son noticia los enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejército, con especial intensidad en el valle del Cauca. «Lamentamos que los diálogos, a los que apoyamos como medio para que se acabe la violencia, se den en medio de los muertos», manifestó Feliciano Valencia, líder indígena y parte del equipo de paz de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca. En este departamento, las FARC mataron a seis policías en una emboscada. Un día después, dos soldados murieron en un campo minado de la guerrilla.

Desde el presidente, Juan Manuel Santos, hasta el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, o el general Enrique Mora, miembro del equipo negociador y presente en la comparecencia en Oslo, han dejado claro que no habrá cese de hostilidades y que seguirán con los operativos.

El domingo, precisamente, se cumplió un año de la muerte del líder guerrillero Alfonso Cano en un operativo del Ejército y la Policía en el Cauca. En la operación, bautizada como «Odisea», participaron mil agentes. El Gobierno dijo que se trataba del «mayor golpe» a la guerrilla en sus 50 años de historia. El presidente aprovechó la ocasión para advertir a los miembros de las FARC que si no dejan las armas, acabarán «en la cárcel o en la tumba».

Se da la circunstancia de que Cano estaba en contacto con Santos, a quien, nada más asumir la presidencia, le planteó la posibilidad de iniciar un proceso de diálogo. El propio presidente reveló recientemente durante una visita a EEUU que él personalmente dirigía las conversaciones secretas con Cano y que fue él quien ordenó su muerte cuando el Ejército le comunicó que lo tenían localizado. «Tomé la decisión de eliminarlo y así se hizo. Las reglas son las reglas», afirmó.

La brecha entre la Colombia rural y la urbana

Las Mesa Regional de Paz, organizada por el Congreso colombiano para que la sociedad civil exponga sus propuestas en el proceso de diálogo entre el Gobierno y las FARC, ha dejado en evidencia la brecha entre la Colombia urbana y la rural.

El copresidente de la Comisión de Paz del Congreso y representante en la Cámara Baja por el Polo Democrático Alternativo, Iván Cepeda, explicó que «el conflicto no es uno solo, podríamos hablar de una guerra nacional y de conflictos regionales». Una de las razones de tal complejidad es que, además de las FARC, en Colombia hay otra guerrilla, el ELN, infinidad de grupos armados herederos de los paramilitares y narcotraficantes que crean zozobra entre la población civil.

A esta realidad se agrega una visión distante del conflicto en Bogotá, una capital moderna y centro de toma de decisiones. «Bogotá tiene capacidad de resolver conflictos por medio del Estado del derecho, en las regiones se resuelven con violencia, y los menos protegidos son los que más sufren», dijo el coordinador de la ONU en Colombia, Bruno Moro. En el mismo sentido se expresó la congresista Ángela María Robledo, del Partido Verde: «Si preguntas a un bogotano va a decir que las FARC son guerrilleros terroristas; pero si vas al Guaviare o a Guainía, las víctimas reconocen la violencia de la guerrilla, pero van a decir que también hay paramilitares, multinacionales, Ejército y políticos que les convierten en clientes para captar votos».

Esa brecha crece cuando se analiza el modelo de desarrollo rural que reclaman los campesinos frente al que propone el Gobierno. GARA

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