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Análisis | Proceso de paz en Filipinas

Otra oportunidad para la paz se abre en Filipinas

El reciente acuerdo firmado entre el Gobierno de Filipinas y el Frente Moro para la Liberación Islámica (MILF) puede poner fin a uno de los conflictos armados más antiguos del mundo. La mayoría de observadores coinciden en señalar que «en esta ocasión es diferente» y que podemos estar ante una nueva oportunidad a la paz.

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Txente REKONDO Analista Internacional

En plena guerra fría, a finales de los años sesenta, Filipinas asistió al nacimiento de dos movimientos revolucionarios. Uno apostaba por la secesión del sur del archipiélago, y se articuló en torno a los rebeldes «moros», mientras que el otro se organizó en lo que posteriormente se conocería como el Partido Comunista de Filipinas (CPP) y su Nuevo Ejército del Pueblo (NPA). Desde entonces, ambas insurgencias siguen manteniendo su enfrentamiento armado con el Gobierno.

El primero de los conflictos se centra en torno a lo que se conoce como la tierra Bangsamoro, que para la mayoría musulmana del sur era una nación soberana cientos de años antes de que fuera «anexionada ilegalmente como parte de Filipinas en la Constitución de 1935, para ser ocupada por colonos, que, animados por el Gobierno en los años cincuenta, ocuparon las tierras del pueblo moro». Este movimiento de Manila, conocido como «Programa Granja», se aprovechó de la inexistencia de títulos de propiedad entre los nativos de Mindanao.

La lucha del pueblo moro estuvo protagonizada a partir de los años sesenta por el Frente Moro de Liberación Nacional (MNLF), que tras mantener la lucha armada, logró firmar unos acuerdos de paz con el Gobierno en los años noventa. Fruto de los mismos se crearía la llamada Región Autónoma en Mindanao Musulmán, lo que provocó la escisión del grupo rebelde, y la creación del MILF, ya que estos se oponían al acuerdo y a la autonomía, apostando por la independencia y continuando con la lucha.

Tras años de conflicto, el MILF y el Gobierno de Benigno Aquino han firmado un acuerdo que puede permitir el establecimiento de Bangsamoro, la nueva entidad política del sur de Mindanao, y que aunque no recoge todas las reivindicaciones territoriales acordadas en las negociaciones de 2008, mantiene el núcleo central del pueblo moro y abre la puerta a otras incorporaciones.

En 2008, el MILF y el Gobierno filipino firmaron el llamado Memorándum de Acuerdo sobre los Dominios Ancestrales, pero posteriormente fue declarado inconstitucional por el Tribunal Supremo, impidiendo su materialización, y dejando constancia de la fuerza de los poderes fácticos, y de la negativa de los mismos a la secesión.

Bajo la presidencia de Aquino las cosas parecen que han cambiado. De momento, ha señalado que su apuesta por el proceso no va a permitir que las interferencias del pasado tiren por tierra las esperanzas del momento. Para ello, ha tenido que buscar la complicidad del Gobierno y de las Fuerzas Armadas, dos pilares del sistema filipino.

Para las élites políticas del Gobierno, este acuerdo es asumible porque el territorio de Bangsamoro es menor que el acordado en 2008, al tiempo que el Gobierno central mantiene el control sobre defensa y política exterior. Mientras, los militares pueden centrarse en nuevas «aventuras», como la estrecha colaboración con EEUU y pulso con China por la propiedad de varias islas.

Otros movimientos de Aquino también han podido debilitar a los llamados poderes fácticos. Así, en ese abanico de medidas podemos encontrar su campaña contra la corrupción, la separación de jueces acusados de corruptos, o leyes como el Acta de Libertad de Información o la de transparencia y buen gobierno.

El engranaje negociador también ha sido importante. En este sentido, un punto importante ha sido que el propio Aquino ha participado directamente en el proceso, lo que unido a sus reformas, que el MILF las percibía como positivas, ha permitido dotar al acuerdo de los mimbres necesarios para la firma.

Más de treinta reuniones de negociaciones y la participación de actores internacionales a través del Grupo Internacional de Contacto, formado por actores de peso (estados europeos, musulmanes y EEUU, entre otros), así como importantes instituciones mediadoras, además de la voluntad del Gobierno y del MILF por refrendar el acuerdo, constituyen las columnas del proceso.

Además, Aquino y los demás actores han sabido aprender de los errores similares del pasado, y «tras negociaciones de cocina, a puerta cerrada, han desarrollado el proceso de forma transparente e inclusiva, lo que ha permitido que haya aportaciones de otros actores».

Las medidas del Acuerdo y los obstáculos al mismo. La nueva entidad se llamará oficialmente «región política Bangsamoro», y tendrá pleno poder político, controlará los ricos recursos energéticos y los contratos para su explotación, los impuestos, así como la justicia, pudiendo poner en marcha la Sharia, aunque su aplicación será tan solo para la población musulmana.

De momento, un comité provisional deberá elaborar la legislación para llevar a cabo un referéndum sobre la territorialidad y el futuro gobierno local.

No obstante, el camino no será fácil y los obstáculos están a la vuelta de la esquina. Por un lado, no debemos menospreciar la postura contraria al acuerdo por parte de poderes fácticos (los debates sobre la constitucionalidad y el encaje de la nueva entidad).

Por otro lado, no conviene perder de vista las posibles divisiones dentro de la resistencia mora. Algunos sectores del MILF no ven con buenos ojos el acuerdo, apostando por una total independencia desde ya. Además, está la presencia de algunos grupos disidentes, como los Luchadores por la Libertad de Bangsamoro Islámico (BIFF), que se separaron del MILF en 2010 y rechazan las negociaciones.

También el MNLF puede devolverle la jugada al MILF, al que ahora acusan de repetir la misma maniobra que ellos. Y finalmente, está la presencia de grupos como Abu Sayyaf, que siempre están dispuestos a desestabilizar la zona para sus propios intereses. Algunos analistas temen que el desencanto de algunos militantes pueda abonar las filas de los grupos como Abu Sayyaf.

Bangsamoro tiene un importante potencial humano y material para su desarrollo. Las explotaciones agrícolas, anuladas por tantos años de conflicto o la existencia de importantes reservas de minerales, gas y petróleo son buena muestra de ello, sin olvidar la importancia del turismo en el futuro.

Las cinco experiencias similares han fracasado, pero ahora la situación puede cambiar, y la paz y la esperanza pueden llegar a Bangsamoro.

En 2016, deberá estar implementado el Acuerdo, y hasta entonces los obstáculos de actores locales y extranjeros pueden condicionar el desarrollo del mismo. El camino será por tanto largo y complejo, pero el futuro del pueblo moro, con el ejercicio de su derecho a la autodeterminación, será mucho mejor.

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