PRESIDENCIALES EN EEUU
Obama versus Romney: ni tanto ni tan calvo
Frente a quienes destacan el innegable continuismo de la política estadounidense esté quien esté en la Casa Blanca, el resultado de hoy tendrá innegables consecuencias tanto al interior de EEUU como en la arena internacional. Y más en estos tiempos de crisis y de transformación del mapa geopolítico, ambas globales.
Dabid LAZKANOITURBURU
La diferencia horaria -solo la zona continental de EEUU tiene cuatro husos- hacía imposible conocer antes de bien entrada la madrugada de hoy en Euskal Herria el resultado del duelo entre el saliente Barack Obama y el aspirante Mitt Romney. Dando por prácticamente imposible un empate a 269 votos electorales (del total de 538) -lo que obligaría a un tortuoso proceso de elección del presidente y el vicepresidente por parte de las renovadas Cámara de Representantes y el Senado, respectivamente-, la celeridad a la hora de conocer al vencedor dependía de lo ajustado de la contienda.
Y es que tanto la publicación de sondeos como el recuento avanzan a medida que van cerrando los colegios, de este a oeste del país. Y ahí entra en juego la ubicación geográfica y el volumen de población (de los votos a contar) de los estados-bisagra, comenzando por Florida, Virginia y Carolina del Norte, en la costa atlántica, pasando por Pensylvania, Michigan, Iowa y Ohio, y acabando, en caso de final de infarto, en Colorado y Nevada.
Las encuestas de última hora apuntaban a un empate técnico y los equipos jurídicos de los dos grandes partidos estaban preparados para una eventual repetición del sonrojante proceso electoral de 2000, cuando el Supremo tardó más de un mes en anunciar la victoria (por 500 votos y tras sucesivos recuentos en Florida) de George W. Bush sobre Al Gore, pese a que el demócrata venció por medio millón de votos al que sería presidente de infausto recuerdo hasta 2008.
Tampoco se descartaba esta vez que el vencedor en sufragios perdiera en votos electorales. Lo que se daba por descontado es que no habría una gran distancia como los 10 millones de votos que Obama sacó a McCain hace cuatro años.
Más allá de todas estas elucubraciones, que habrán perdido sentido una vez conocido el vencedor, no está de más calibrar el alcance real de las diferencias entre un Obama que seguiría en la Casa Blanca otra legislatura y un Romney que se estrenaría como el 45º presidente de EEUU.
La legislatura de Obama -sobre todo los dos últimos años- es la mejor muestra de las limitaciones y contrapesos con las que se topará el inquilino de la Casa Blanca.
El peso abrumador del stablishment de los dos partidos, las mayorías y o minorías de bloqueo en el Congreso y la influencia de los lobbies convierten muchas veces en papel mojado las promesas electorales. Y estas son condicionadas por largas campañas en las que los candidatos pelean además por el apoyo (primarias) en sus partidos.
Política económica
Habida cuenta de que Obama, como candidato a la reelección, se ha ahorrado esa pelea interna, el caso de Romney resulta paradigmático. El exgobernador pragmático de Massachusetts se ha visto obligado a desmarcarse de una política económica marcada por el rescate multimillonario a la banca y a empresas estratégicas como Chrysler y General Motors. Un rescate que ha llevado como corolario un incremento del déficit público en la friolera del 150%.
Es evidente que los republicanos recelan mucho más de la deuda que un Obama al que, quizá exageradamente, algunos han calificado de keynesiano, pero resulta igualmente excesivo pensar que el establishment del Old Party fuera -o vaya- a dejar hundirse el sistema, más teniendo en cuenta que la crisis financiera, y a la postre global, estalló al final del segundo mandato de Bush. En esta línea y paradójicamente, la posición libertaria del Tea Party -niega todo rescate con dinero público- es más cercana en este aspecto a la de la izquierda europea (no confundir con la socialdemocracia mediterránea) que a la de los viejos republicanos.
Desempleo
La legislatura de Obama ha acabado con el mismo e inasumible índice de paro (7,9%), décima y maquillaje arriba o abajo, que la de su predecesor. Y la precariedad del repunte económico apunta a que podemos estar ante un problema estructural e incluso sistémico, relacionado con la pérdida relativa de peso económico de EEUU (Occidente) frente a las economías emergentes, o ya emergidas.
Política fiscal
Es quizás el aspecto de la política económica en el que más diferencias, siquiera en el capítulo de intenciones, se observarán según quien se siente en el Despacho Oval. Obama promete cargar el tipo impositivo a los millonarios -aunque prorrogó los recortes de Bush para rentas inferiores a 250.000 dólares anuales-. Romney ha prometido rebajas generales y permanentes en la renta y en el impuesto de sociedades. Lo que no ha explicado es cómo reducirá el déficit más allá de recortes sociales y privatizaciones.
Reforma migratoria
Es una de las grandes promesas incumplidas de Obama, atemperada con su decisión de suspender temporalmente la deportación de jóvenes estudiantes que llegaron al país siendo menores. Su compromiso para una regularización general era su gran esperanza para lograr el masivo y definitivo voto del electorado latino (alguna encuesta auguraba un récord de voto del 74%, ocho puntos más que en 2008 y mayor que el 72% de voto latino que recibió Bill Clinton).
Desigualdad social
La no reválida del primer presidente negro de la historia de EEUU sería una pésima noticia para la comunidad negra que, aun con Obama y en plena crisis, se ha empobrecido aún más. Romney acabaría de plano con las esperanzas de buena parte de la comunidad negra, aunque también es cierto que los republicanos tienen ante sí la tarea de repensar sobre su casi exclusivo nicho electoral, el de la población blanca, proporcionalmente cada vez menos fiel al Old Party y menos decisiva -por mor de la evolución de la natalidad y los flujos migratorios-.
Sanidad y cuestiones sociales
La victoria permitiría a Obama hacer efectivo su plan de puesta en marcha en 2014 de la reforma y extensión de la cobertura sanitaria. El triunfo de Romney la convertiría en una criatura legal nonnata. Las diferencias son sustantivas en materia de derecho al aborto. Obama confiaba ayer por estas diferencias en materia social en mantener su primacía en el voto de las mujeres (en 2008 recibió el 56% del voto de las mujeres).
Quizás es el ámbito en el que más diferencias se quieren ver entre una presidencia de Romney o de Obama. Es cierto que este último ha dado en la arena internacional la mejor prueba de su carácter prudente, a ratos contemporizador. Su táctica de ganar tiempo -tanto en sus diferendos con Rusia como en el polvorín de Oriente Medio (Israel, Siria, Irán...)- ha contrastado sin embargo con su dureza nada contemplativa en Pakistán (incluida la muerte de Bin Laden) y Afganistán (reforzó las tropas) y con el mantenimiento de la excepcionalidad antiterrorista, personificado en el no cierre de Guantánamo.
Romney es en estos aspectos una página en blanco, aunque conviene alejarse de la errónea percepción que atribuye a los republicanos, por principio, un mayor belicismo. Al contrario, históricamente los demócratas han sido más intervencionistas. Pese a ello, las diatribas del candidato aspirante contra Irán y Palestina y su apuesta por incrementar aún más el mastodóntico presupuesto militar no presagian nada bueno.
Relaciones con Rusia y China
Por lo que toca a la potencia militar rusa y a China, todo apunta a un incremento de la confrontación diplomática en caso de victoria de Romney, aunque no hay que olvidar que la dinámica de creciente competencia por la supremacía mundial con el gigante asiático tiene su propia lógica, independiente del color de quien esté en la Casa Blanca.
En definitiva, el vencedor tendrá que gestionar el futuro de la todavía gran superpotencia pero en tiempos tortuosos. Y es sabido que en períodos de cambio, más si son globales,la dirección del proceso, incluso en sus más pequeños matices, adquiere una relevancia extraordinaria.
La campaña electoral ha costado unos 6.000 millones de dólares (4.700 millones de euros), la más cara en la historia del país y 700 millones más que en 2008, anterior récord. El final de las restricciones a la aportación de empresas ha sido crucial.
Pese a que poco a poco se iba restablenciendo el servicio eléctrico en viviendas y negocios, miles de votantes en Nueva Jersey y Nueva York se enfrentaban a problemas técnicos y logísticos para poder votar. Los gobiernos estatales pidieron paciencia.
La presencia de observadores internacionales, en su mayoría de la OSCE, fue recibida con recelo en algunos estados celosos de su legislación como Texas, Ohio y Iowa. Las autoridades locales les impidieron acercarse a los colegios.
Más de 2.7 millones de telespectadores vieron el domingo la primera película sobre la operación de ejecución extrajudicial del fundador de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Fue lo más visto del año en la cadena por cable National Geographic.