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Raimundo Fitero

Medievales

 

 

Están de moda las series de contenido histórico. Ya sea para maquillar parte del siglo XX como para inventarse otra parte del siglo XV. Estamos en esos tiempos televisivos que, entre biografías de famosos cercanos, y reconstrucciones de la historia general, la ficción se ha apoderado de la historia; o sea, que la verdad histórica queda supeditada a unas referencias sesudas y escritas en libros gruesos, mientras las ficciones audiovisuales no se sustentan en otra cosa que en la necesidad de reescribir unos tiempos oscuros que sirvan para alimentar ahora, el mismo espíritu, pero al servicio de los intereses políticos más coyunturales y ultramontanos.

«Isabel», una serie de éxito de la Primera estatal, es el cúmulo de desajustes históricos, de falseamiento de las costumbres de la época, de buscar decorados que escapen a cualquier sentido de la lógica, con el único fin de conseguir una serie competitiva que, con unas formas atrevidas, tergiverse al máximo todo lo que sucedió en aquella época. El mejor ejemplo, este lunes pasado con la boda entre Isabel y Fernando, ese concepto de «tanto monta, monta tanto», que vino a ser el titular del contrato firmado entre esos dos individuos que juntaron tierras, castillos y tropas para seguir con sus guerras de lo que llamaron la reconquista. Un concepto que actualmente está más vigente que nunca, como se demuestra con la obsesión de vuelta a la Única, Grande y Libre, que tiene sus episodios más inmediatos con el independentismo catalán, pero que se refuerza con la constante agresión a cualquier movimiento vasco que busque la capacidad de decidir.

Vemos un reportaje en el que se informa del crecimiento de las llamadas bodas medievales, consistentes en que los novios acuden vestidos de época, sus invitados, como puedan, a lugares decorados para la ocasión, con viandas a la vieja usanza, músicas de vihuelas y demás parafernalias que rememoren esos tiempos y hasta torneos de caballeros enlazados o con peleas a mandobles de tizonas. En lugares muy turísticos estas ofertas son una opción, pero ahora forman parte del imaginario de nueva vida de esas parejas. Que nadie dude de que las series han influido en esta moda.

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