Votos sin ilusión para otra oportunidad
Tras vencer en los los estados clave, Barack Obama seguirá siendo presidente de Estados Unidos durante una nueva legislatura y tendrá otra oportunidad de seguir avanzando en lo que él denomina cambio iniciado hace cuatro años. Sin embargo, esta victoria no ha sido la del candidato que, tanto en aquel país como fuera de sus fronteras, despertó ilusión y esperanza y se impuso con diez millones de votos de diferencia sobre su rival. Es la victoria de una figura erosionada por cuatro años en la Casa Blanca, en los que no ha estado a la altura de esa ilusión y esa esperanza, y en los que se ha mostrado como un gestor más al servicio del sistema que ha provocado la más que difícil situación social y económica actual, por lo que todo indica que el electorado ha optado por el mal menor.
Las diferencias respecto de los republicanos en política interior, condicionadas por la representación parlamentaria -e incluso por las divergencias en las propias filas demócratas- y por la influencia de los grupos de presión, no han resultado decisivas, aunque al menos Obama frenó la debacle económica heredada de George W. Bush. En cuanto a la política exterior, si bien ha mostrado contención en sus relaciones con los países emergentes y sobre todo respecto a la extremadamente complicada situación de Oriente Medio, su actitud para con Afganistán y Pakistán o el mantenimiento de la «guerra contra el terrorismo» ha sido la contraria, también contraria a sus promesas. En cualquier caso, no ha modificado la imagen belicista e intervencionista de Estados Unidos.
Con estos antecedentes, el hecho de que los votos hayan ido en la misma dirección que hace cuatro años, aunque en menor cantidad y desprovistos de la ilusión de entonces, revela que a pesar de que los problemas de entonces siguen vigentes, el electorado estadounidense no ve la solución en la opción republicana y, si Obama no es capaz de afrontarlos en su segundo mandato, al menos ha evitado el retorno de Partido Republicano.