Las elecciones del día 25 no son solamente las más importantes de la historia de Cataluña, sino también las más diferentes de todas las que se han hecho y deshecho en nuestro país. El factor diferencial es la internacionalización del caso. El día 25 el mundo nos escrutará. Ahora bien, no penséis que el ganador saldrá, como Obama, en todas las portadas del mundo. Pero es incuestionable que en la agenda internacional los catalanes nos hemos hecho un lugar preferente. En Bruselas, en Washington, en Berlín nos observan, con más o menos disimulo y con un interés derivado no tanto de nuestra relevancia particular como país, como de las consecuencias que puede tener la irrupción catalana en el mapa global. Somos un caso nuevo, al menos para quien no nos conocía. Y también somos un ejemplo. Y un experimento. Una incógnita. (...) Podemos discutir sobre recortes, sobre estado del bienestar, sobre la mayoría absoluta, sobre qué candidato nos cae mejor. Podemos enzarzarnos en disputas sobre todas estas cuestiones domésticas. Algunas, objetivamente, son vitales. Pero esta vez lo que contará es que el mundo verá claramente si el alboroto que hemos montado tiene suficiente fuerza, suficiente empuje y bastante liderazgo. Las sociedades avanzan cuando aciertan a priorizar aquellos intereses, de entre todos los que tienen, en función del tipo de oportunidad que se presenta en cada momento. Los catalanes nos hemos caracterizado históricamente por el hecho de estar en el lugar equivocado en los grandes momentos. El día 25 es un momento oportuno. Quizás el último. Qué responsabilidad.